lunes, mayo 01, 2006

Caronte

Pero cuánto pavor,
violenta alma mediata,
te infunde todavía esa burlona voz
que a solas te susurra "estás salvada".
TOMÁS SEGOVIA
Hearing: TouchDown- Mark Norman
Summer Rain- ATB



En el Infierno

[¿Me habrá engañado otra vez Perséfone? Es muy pronto para ir pensando en eso.]

-Carón... Esta vez no traigo ni un óbolo que vomitarte.
-¡Pasa! Mas si vuelve a ocurrir me cobraré tu alma, héroe sin nombre.
-Como gustes, tú ponle precio...
-¡Calla y sube, mortal infame! Que el tiempo no discurre igual en el reino de las sombras.

[Hasta por morir hay que pagar qué diablos]

Cuántas Eurídices habrás perdido ya, Orfeo, hazte la pregunta y ya no vuelvas... Ofrécesles la luz del cielo azul y tu desesperación las condena en las tinieblas, para siempre. Tú sabes bien que no se hacen tratos con el Hades, es una recomendación profesional. No ganarás. Helas ahí, a todas, bordeando el Aqueronte, aterradas sin saber siquiera cuando volverán a sus celdas o a beber del profundo Leteo que les promete una nueva carne.

-¿Cuántas almas se han disipado ante tus ojos, sombra errante... ¿Quién es ésta?
-No te importa saberlo, gris barquero, tan sólo llévame a la orilla.
-Tú sabes que mi furia no permite que te hable, pero saberlo considérolo justo, no tardará en regresar, las sombras están condenadas a habitar sólo este reino, ¿hasta cuándo vas a entenderlo?
-(...)
-¡Ja,ja,ja! -La risa de Caronte remendó el cielo infernal en ecos que despertaron de su limbo a los que nunca descansan. ¿O no me digas que sientes celos por que los rayos del sol sean los primeros que toquen a tu mujer luego de un periodo de tinieblas y frío?

[¿Debo confiar en la reina aunque sea esta vez?]

-¿Hace cuánto tiempo que no tienes paz, Orfeo? Canta algo para ti, sublima tu ego, desafía a las divinidades...
-No cantaré esta vez ni para ti ni para nadie, barquero; mira, mi lira está rota además, ¿qué puedo hacer? Lo he olvidado todo, es el precio que pago por esta alma, no voy a renunciar a su nombre. Me está prohíbido el canto. ¿Qué no lo escuchas muerto allá?
-A su nombre, tú lo has dicho. Déjala aquí entonces y entona una elegía, despiértala... Tu destino ni ha muerto ni es tu esclavo... No, no...
-Sobre mí tú nada ejerces... No puedes convocar mi voz siquiera.
-¡Recordarás! Y libaré el sonido de tu llanto con la misma sed de un íntimo demonio.
-¡Cómo quieras, Carón! No hagas más largo este viaje y llévame a la orilla.
-No está en mí llegar ni arrebatarte, la misma luz que te da vida habrá de demostrártelo.

[¿Habrán sido apariciones las otras veces habrán sido hologramas simples para contener mi llanto para sosegar mi pena habránme engañado aquella y una y otra vez los dioses del submundo habrá valido la pena llegar siempre hasta aquí y arribar ante el sol sin nada tan sólo un grito y una faz de humo consumiéndose asustada habrá sido en vano existirán aún sus sombras por qué se burla éste?]

-¿Por qué te gustan las ninfas, oh confeso Vate?

-No entenderías lo que es esta sencilla gracia equilibrada que nada ejerce.

-Sin embargo siempre llega Aquélla y te las cobra caro.

-Es el precio, quizás. Mas esta dicha no engaña, nada quiere.

-Todo tiene su precio, oh eterno joven, todo aún en el Infierno, hasta lo muerto como un aire espeso lleva su etiqueta... ¡Deberías mirarla, ve como sonríe! Mira como siente las caricias de la luz, la calidez del mundo tuyo...

-¡No me engañarás, demonio, calla!

-No olvides que yo conduzco esta barca, ya que tu no quieres remozar mi ritmo. Si no fuese por mí, tu peso ya la hubiera hundido.

-¿Desde cuándo has sido una tentación, Carón? ¿Dónde quedó tu furia, tu mirada aguda de pimienta que castiga a las almas?

-Te has vuelto muy listo. Te estás llevando a tu luna.

-No tiene nada que hacer aquí, donde lo único que brilla es sangre derramada allá arriba que gotea hiriente y metales finos que nunca lograremos arrebatarle del todo de su seno, a la Tierra.

-Es el tesoro de Hades, pequeño, tienes que vender tu alma en vida para poseerlos por un ínfimo instante.

-Como sea, no me interesa, detrás de mí me sigue la mayor dicha.

-Tú lo has dicho, niño. "Y pensar que fuiste hasta tan lejos a remover la noche y poner en desorden los caminos." Cada movimiento cuesta caro.

-Tengo ya el plano donde situar a cada estrella, cada una con su nombre.

-Has estado solitario tanto, tanto tiempo... dime, Voz etérea, ¿no sientes la eternidad acunada en el Averno?

-La Eternidad culminará con este canto que viaja aquí adentro.

-Mas ten cuidado. Las sombras se deshacen con la noche... Hemos llegado. Desciende y no vuelvas más, hasta que te toque la muerte con su gélida palma, el corazón.

-Hasta entonces, Carón...

-¡No olvides tu alma!

-Sé que viene atrás de mí, buen intento.

-Nunca cambias, oh poeta desconfiado.

-La poesía ha ya muerto en mí.

-Tú lo has dicho, se te olvidó el asombro.

[No oigo sus pasos no siento su roce ni su calor ni su frío divina gelitud inmunda que no sea traicionado ya falta poco la luz se hace inmensa me entibia la mirada que me fluye cosquilleo en mis mejillas tiemblan y no la siento no sé si viene lo que venga atrás de mí que habránme vendido los dioses]

Has perdido el asombro oh, inmune Orfeo, desconfías, ¿dónde empeñaste tu canto? ¿Se lo has ofrecido a la Muerte que no lo vive? ¿Se deleita la Muerte? Tu voz se ha muerto. Ahora voltea y mira, ya ha pasado el tiempo suficiente para que el sol la haya bañado y le haya tendido su túnica dorada.

[Te espero oh Eurídice vuélvete carne y abrázame entre tus dedos helados ven no te siento ¿puedo hablarte? nunca mencionaron que no podía llamarte pero mi única manera de invocarte es cantándote ¡no! es una condena ¡Hazte de mí!, ven.]

Silencio y un banco de niebla oculta la radiante faz celeste.

-Me he quedado ciego, amada mía, ¿pero al fin puedo abrazarte?

Eurídice no reconoció su extraña voz y se marcho sin recordar, sin saber, oculta en la sonrisa.

"Está salvada" pensó y murió al instante.

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