jueves, marzo 29, 2007

Sol despavorido

El fundamento aparece así como una ausencia. La ausencia obsesiva de la paranoia, esa espiral en la cual todo se torna una irresuelta presencia paradójica. Si hay algo que nunca se detiene, antes que el progreso, es el tiempo, ese errar desconocido sin cimientos. Corren las horas despavoridas, descarnando la tensa soledad que sujeta el músculo de nuestras almas. Van rumiando y rugiendo como si apretaran los dientes contra el denso vacío del universo, ese del cual somos entes dispersos.
Corrientes clandestinas atrapan todo y lo arrastran a su paso. Aquí y ahora en estas horas recurrentes donde sólo mostraste una mala partida sin la necesidad cuantiosa de un límite necesario. Ahora las estrellas ríen mostrando sus gélidos colmillos, ahora los astros sólo irradian tu sombra; Ahora, todo y demás está completo y el cielo no es más ya que un triste espejismo, una plancha de azogue donde pétridos descansan nuestros egos y todas esas cosas que puedo convertir en nubes de un aquello lejano detrás de un horizonte pelvilíneo donde cae una de bruma fémina cascada.
Una plancha de azogue donde Todo descansa, luz azul solamente el Fundamento donde todo se licua y se nos viene cayendo irreverente e irreversible el mordaz anonimato, asesinato del nombre, nombramiento constante ceniciento, Zen y cientos de millas curviluengas latentes de fuego mordisqueado por las hordas falaces de plácidas hormigas, esos ríos de puntos muertos que le dan nombre a las fallas donde asientas tus huellas.
Ahora todo está completo y ya no falta nada.
Sólo doce minutos de silencio y todo habrá de consumarse en la morríñida jaula metafísica de tu infierno, una plancha de azogue dentro de un cuarto oscuro donde sólo el vacío sólido conspira contra mí, invisible e impenetrable.
Una pared fría detendrá estos mis pasos. Huyó mi voz como un sol despavorido.

viernes, marzo 09, 2007

Luto

"Ahora que se ha marchado me pregunto
quién fue aquella muchacha."

JUAN MALPARTIDA

Inerte. "La muerte es un sueño que no sueña." Amigo, ¿vas al encuentro de tu mujer dormida? Te hincarás ante su estatua con lágrimas de acero. Hay un gongo vacío dentro de mi pecho, al unísono vibremos, intentemos despertarla...

Mutismo. La muerte nunca engaña. Viene despierta, tranquila y da un zarpazo, veloz la gran puta a la vuelta de la esquina. Estamos por ella todos fichados. Pero es tan sincera ella. Pues creemos que nos tenderá una mortal trampa... aunque así no funciona. Sí, ella nunca miente.

Mi hermano, ¿vas al encuentro de tu mujer dormida? Tú y yo somos asunto de la nada. Mira aquella colina... Nada. Algo le falta al aire, sí, el vaho de tu amada. ¿A quién vas a reclamarle? De cristal es el vacío, no la despiertes... Fracturádose ha el silencio. No la despiertes, allí está su hijo, en él vive su mirada donde ahora descansa. No la despiertes, es inevitable.

El día me sabe a viejo, a un-de-polvo-amarillo-cielo-sepia. A esa tierra vieja que levántase arrullada por las tardes, a esa inmersa tierra de sal y sol podrida.

Tampoco yo no lo concibo, camarada. Yo aún guardo los recuerdos de tu felicidad. Aquellas tardes dulces de arena, sol y tiempo en porvenir. Esa mirada tranquila cual regazo donde tus besos y llanto reposaron. Ahora mira, ¿dónde está el espejo de tu alma? Se ha roto, de cristal es el vacío, amigo mío.

Vacío... Se aproxima la hora de volver a la cuna, amiga mía. No concibo esta pérdida, nadie te culpa, así van las cosas por este mundo. ¿Pero dime una cosa? ¿Te dejó resistirte, hubo tiempo de volver? ¿Pensaste en tu hijito, en tu buen y amado esposo? Traigo el alma repartida en sollozos... Recuerdo aquella carta, cuando eras mi Amá y el Memo mi Apá, que me diste este profundo consejo: ¨¡Cuidados con las ranas! Ya no las hagas sufrir" Fueron mis tiempos de guapo... Pero también de hijo errante, perdido en un maremagnum de sílfides promesas y etéreos sueños. Pero allí estuvieron ambos, allí estuviste, ahora todo está vacío. ¿Te dejó resistirte, hubo tiempo de volver? ¿O... Todo fue tan rápido? Uno nunca se pone a pensar que cuando ve a una persona muy querida puede ser la última vez... Diciembre, un saludo, buenos deseos, progresos y... nada.

Adiós amiga. Pero todo fue tan repentino. ¿Todos nos volveremos a ver? (...) Me duele mi amigo... luchó tanto para estar juntos por fin... Vacío... Ha quedado un vacío. Y me duele tanto no poder estar allí. Pero tú descansas en su hijo, en tu amado hijito ahora, y sé que en el pequeño, él encontrará la fuerza necesaria para superar esta desgracia tan terrible. Escuinapa va a llorarte, que solloze la tuba y plañan las trompetas. Una banda de guerra, como es la costumbre, debe darte el último adiós en esa amada tierra. Adiós amiga.

Dedicado a mi "Amá por un tiempo" y escuinapense amiga:
Lulú B.C.
Descansa en Paz.

jueves, marzo 01, 2007

Cien veces más

EL ÚLTIMO POEMA (LE DERNIER POÈME)
Soñé tanto contigo,
caminé tanto, hablé tanto,
amé tanto tu sombra,
que ya nada me queda de ti.
Sólo me queda ser sombra entre las sombras,
ser cien veces más sombra que la sombra,
ser la sombra que regresará y regresará
a tu vida plena de sol.
ROBERT DESNOS
Versión de Carlos Vitale
Me quedo mudo ante el silencio elocuente de estos versos. De haberlo sabido hace tiempo, no hubiera escrito todo aquello diseminado en ese ducto infernal. Son los órficos pasos que alguna vez todo ser humano transitará por la vida.
Me quedo mudo ante el silencio elocuente, tan callando, de esos versos y siento como el plomo de la verdad sombría desciende sobre los híbridos sueños enjaulados en la noche triste, serena de tus pardos ojos. Encadenado estoy por estos versos que intentan descifrar la tibieza de tu rostro que se anega bajo el zumo recinto de la memoria exprimida.
Sólo un sabor me queda, el de un verde impresionista adorno de naturaleza muerta. Una sola avenida me encaminaba hacia esa puerta cerrada de tus brazos ariscos. Yo no pude pensar más allá de tus sueños. Pensé en voltear de pronto y me encontré perdido, imantado en el fondo de este lecho sin norte.
Atravieso las calles, voy borrando tu sombra, sin quererlo el destino me dirige al principio. Pero vuelvo mi rostro y ya está todo vacío. Decidí descender quizás para perderte, ¿pues qué iba a rescatar de las ya no esperanzas? Nada eterno sin duda y por eso regreso, cien quisiéramos vernos, sin embargo, ¿si en quisiéramos ver nos comiese de pronto la inquietud del olvido?
Soñe tanto contigo, amé tanto, hablé tanto, quise caminar... ¿Cuándo comienza la eternidad?