lunes, enero 29, 2007

No hay sitio ya

"(No salgas a caminar, mujer, bajo la lluvia:
No hay sitio ya
para un amor tan ciego. Despertemos.)"
JAIME LABASTIDA


Te escribo un lienzo para que tú me ames,
fría luciérnaga.

Derramo en ti la savia de mi carne,
corazón de pétalos fundidos.
Lame el pincel los bordes de tu piel en blanco
y cae la tarde hundida en su propio maleficio.

Costras de tiempo lánguido secretan mis sórdidos secretos.

¿Será tu dermis pila de mis labios?

Te escribo un lienzo para que tú me encuentres,
puerta ciega.

Se estrella en ti la hiel de mi silencio,
ola aturdida de fuego conjugado.
Lince de luz mi voz en celo busca tu holgada transparencia
y muere en el fondo herida de la noche que pronuncias.

Desollada la distancia olvida...

Y caen mis dedos degollados, resbalando en la red de un nido arácnido sediento.

Te escribo un lienzo,
llaga.

¿No hay sitio ya para grabar mi viento?

domingo, enero 28, 2007

Diálogos de humo

"Yo he sido de los que han tratado con la noche.
He salido con la lluvia y he vuelto con la lluvia.
He dejado atrás el último farol de la ciudad."
ROBERT FROST




Sí, yo he sido de los que han tratado con la noche. Esa puta y noctilucta húmeda. Trafico la sinceridad de las estrellas en el negro mercado de sus rincones y pasillos.

Me oculto a la intemperie, solo de frío, esperándola en aquella esquina, goteándome afilada una barba de escarcha. Se acerca delinieando su nórdico silente paso. Desnuda transpira un rocío que asiéntase en mis huesos. Una amalgama de horas oculta en su bolso. Y conforme a su deseo, mantengo diálogos de humo.

Algo caerá de toda esa negrura, un racimo de uvas proserpinas que alimenten mi sueño. Mientras manejo, descalzo, vibra el zumbido del mundo allá afuera como inhumano enjambre de viento que lame la soledad de las caricias nauseabundas de mi bólido voraz.

Una línea azul me cercenó el cerebro y una mancha gris lastima mis pulmones. Me fue arrancado el grito, la sustancia primitiva de la lengua. He salido con la Lluvia, mas no he vuelto. Y he dejado tras de mí gotas del fuego de mi sombra. Miles de faros confunden mi destino.

sábado, enero 20, 2007

Vienen de lejos cayéndonos los sueños...

Vienen de lejos cayéndonos los sueños,
Vienen delgados vacíos fetos espectrales,
Vacíos vienen colgados de la nada,
Cuelgan dormidos del cadalso de mi vaho:
Contornos lagrimales.

Cuánticas ventanas de mi vista a la deriva,
Esféricos embriones videntes de Morfeo
Breves secuelas de mi sombra,
De mis genes bucaneros,
Sueñen resbalando, levedad de fe, de mí:
Húmedas estrellas de vapores submarinos.
Levedad de sed de mí sobre la mesa vacía.

Tierra a la vista la voz grita un espejismo
Donde palpitan y brotan burbujas inocentes…
Silvan y estallan
Solemnes soledades:
Contornos precipicios en la playa.

Olas de tiempo me vienen resbalando
Como Marcas agruras en mis calizos huesos rotos.
Suspenden mi cuerpo, lo auscultan, lo indagan,
Lo deportan a la Muerte.

Trafico la distancia de la voz de un Dios dormido
Con el molde mental de un dios esquizofrénico:
Engendros ulcerados desgarrando el terciopelo
De mi piel en este puerto que se llama Del Olvido.
Breves secuelas de mi sombra,
Etiquetas remendadas a mis talones,
¡Bailen, bailen este danzón cojo!
¡Zarpamos mañana! ¡Tropezemos junto al sol!

martes, enero 16, 2007

Laberintos Minimales (Minimalistas)

Estuve deambulando por ahí, en la amplitud del silencio que guardo y me he encontrado solo, como el viento genésico del primer instante mítico que se paseaba por encima del tiempo.

Sin duda llegué al límite de esta transparencia que es mi piel, y me quedé atrapado, acorralado como las mentes atormentadas detrás del vidrio engañosamente plausible de una sala de interrogaciones.

Extrañamente mi lucidez fuma tranquila, esperando una voz que se aloje de momento en ese espacio gris burócrata y le haga una pregunta… —La que sea pero que ya no me moleste.

Se presume que en este espacio en blanco no hay lugar para la mentira, todo parece tan sencillo, tan neutral, tan simple, que no existen desvíos en esta estancia clausurada y fría. Mi mente, en tanto, fuma en forma impersonal y se mezcla con el humo rígido afilado que respira restringida dentro de este monótono laberinto de aparentemente una sola cara.


Dicen las voces que no existen laberintos minimalistas. Que un laberinto ha sido fabricado mediante la mentira y que no cabe tal engaño en tan amplia sencillez. Yo digo que el vacío y la monotonía son el máximo engaño. Siempre queda algo, aún cuando la pupila se convierta en hoyo negro y absorba la última secuencia de la luz drogada.

Miro los muros y me encuentro conmigo, reflejado en una cuchilla de azogue apelmazado. Sin embargo sé que detrás del reflejo existe un algo que me observa, paralelo, “lo que sea, pero que ya no me moleste.”

Pero, el miedo es minimal. Tanta llaneza nos espanta, nos enclaustra la naturalidad. El llanto de una muñeca pelona asustada, la sombra del ruido en el silencio, la nota que respira industrial capacitada, el ala turbina del avión que sueña un trasatlántico, tañidos sepias mutilados por serruchas balas, el metálico canto de un delfín contenido en una copa de agua dulce, gotas latidos de un corazón extraño ondeante… Minimalista el miedo contenido en la corona de un eclipse acuoso, en el anuncio bizarro de las proximidades de las bombas, en la falsa fórmula matemática que se liquida humeante en un matraz, como el ruidoso sabor de la ceniza fantasmal que se pasea por encima de esta falsa mentira abismal como el espíritu de Dios que aleteaba por encima de las aguas en el principio de los tiempos según las voces dicen.

Todo se ha restringido en unas cuantas formas, la mesa, la silla, el cuadro, el espejo:

He ahí la infraleve estructura poética del vacío.

sábado, enero 06, 2007

Trinar del tiempo

Voici ses petites pattes
le chant s´est envolé...
JOSÉ JUAN TABLADA


Desde el principio de los tiempos (así, redundantes) cuestionamos el tiempo: esa nota que se desvanece guardándose invisible en la solvente memoria del mundo, en los recuerdos petrificados.

Recordar... recordar es hacer una lectura del pasado. Leer es recordar; concatenar signos que indican el paso de alguien o algo. Es modelar una forma que se imprime en las pautas del aire, ahí donde se preña la imaginación que añora y se nutre de horizonte.

El canto alado de una monstruosa criatura antediluviana se adelgaza y se afina en el aúreo pecho de un canario solitario que vuelve para mirarme y hacerse visto, para acercárseme y huir de mí como el sabor de la pulpa de arrayán.

Esa es la nostalgia, quizás, un ave que se acuerda de memoria, que repite su alma en su trinar mirífico y se pierde en el aire cuando vuelo emprende al acercarse mi curiosa infancia con las manos extendidas tratando de atraparla.

Por eso mejor finjo que no le miro. Y esa ave me sigue el juego: salta de un lado a otro, de rama en rama, curioseando en el papayo bebiendo gotas de nublado cielo.

Y yo aquí, simple reclamo sin ser visto, me torno de cristal, una sombra que relampaguea en el precipicio de las horas del reflejo.

Y así quedan las huellas, el canto emprendió vuelo. Qué ironía que el canto se grabe en el polvo, en la arena, como si quisiera solidificarse en el vacío, hacer concreto el hecho y fosilizarlo en la incostante permanencia que no se resiste a una memoria inteligente y clandestina, de ser escudriñada como si fuese a leernos agorero el destino que se lame del aire, en el agua, por las sombras, esas notas que se apagan trinando espectrales luciérnagas.

Del canario brilla en su canto el arrayán veraniego del patio de la abuela; el olor de sus hojas y la dulce acidez de su corazón reventado en mil esferas sobre el piso.

Como el sabor del arrayán, en sal con agua adelgázase el recuerdo y amanece límpida su impresión soleada. Es preciso filtrar nuestra memoria antes de pensarla, antes de paladearla de regusto hasta mordernos parpadeando con los labios.

Y así trinaron las huellas, el paso del tiempo que se permite ser el tiempo, cascada de luz que se contiene en las alas del ser que intenta recordarse, pero que escapa.

Porque la memoria, como las aves huye de los hombres. Aprendió el miedo en su destino enjaulado colgada en un muro; y a ella le gusta suspenderse en el viento y ser admirada en secreto, aunque lo sepa ella, sonriente vanidosa, inocente flauta escurridiza, mechón de luz meciéndose qué sólo tú encuentras el hilo negro donde habrás de sujetarte...

Desde el principio cuestionamos el negro, negro telar de las sombras, hilos que caen sujetos a la muda del tiempo calvo. Llegamos de tan lejos para morirnos tan cerca... He allí nuestras huellas enterradas llenando un vacío, esa huella hueca que apunta a todos [los] lados.