lunes, febrero 18, 2008

Impresión fugaz

Do not greet me

do not look at me

do not seek me

I escape

I seek you

we do not exist

in any time

in any place

we are not in the realms of words

or love

(although our love is strong).

Take my hand,

love; hear the heart´s tympany

that beat long ago for you and me,

that we still don´t understand.

GABRIEL ROSENSTOCK

Me pediste escarbar la tierra para encontrarte un caracol. Nadie me dijo que los encontraría en la espuma de los ríos o en los mares o en la brisa vaporosa de las nubes en el cielo, ese impreso nido de galaxias donde habita oculto tu nombre impronunciable. Entonces me perdí escuchándote mientras labraba el suelo negro por ti.

Y fingir que no existías, que era un sueño fugaz donde en boca de tus labios reventaba mi angustia posada en tus histrionas alas de heroína, de cansada niña en aprietos moldeándose para vivir en un reino de hadas ermitañas.

Me pediste extraerlo de mis sueños. Lo encontré por sus huellas brillantes una noche lunar. Abrumado con lo que encontré, preferí guardarlo en mi jardín grabado en una piedra fría como un canto argéntico a la muerte en su envoltura de oscuridad.

Y fingir que no existimos, que era una visión extraída de mis entrañas, una intensa pesadilla prófuga que no escuchó mis ruegos de marcharse.

Me pediste renunciar a tus labios y beber del aire para siempre, tan fácil como hospedarme en un hotel menor.

Y arrumbé mis lamentos en la herida.

Y desperté acurrucado en el útero nupcial de una piedra de la muerte.

domingo, febrero 03, 2008

Identidad

Aboliu-se a identidade

Ficou

a equivalencia

(Galáxia

Floco

de neve)

 

 

Una silueta de aire gris que se deshace en la luz del azogue, el vaho de mis entrañas que obstruye esta imagen fatua pierde terreno revelando un sueño especular de aquél otro que me observa y se detiene temeroso de mi voz que no escucha pero intuye a través del viejo arte de leer los labios.

Y yo imagino "qué dice" en las borucas de silencio que repite al unísono de mi presencia. Como si una nube de tiempo arrumbara todo el futuro detrás de sí y en esa confusión nos volviésemos un poco menos invisibles.

No existe pues esa imagen fija. La bruma lo ha cubierto todo para entrar en un limbo sin presente, ni pasado. ¿De qué viven las sombras? No, ni siquiera eran sombras. Las cosas empezaron a desaparecer lentamente y como si entrara en un bosque sahumado de rocío me doy cuenta de que en ese lugar el futuro no está dicho y si algo quieres añadir, recuerda entonces...

De pronto el umbral se sella con un duro cristal cubierto de escamas blancas. Pongo mi mano en el borde para palpar la realidad en donde ya no existe mi presente, entonces llega algo así como aquella mancha que afirmó ser mi reflejo, pero que no le preguntara nada de mi vida, que él no sabía nada de mí, como yo ignoraba la suya. Quise entender de momento pero no hice más que seguirlo. Me convencí de que ambos eramos entre nosotros como dos simples mimos extraños.

En esa dimensión todo era más lento y vaporoso. Percibí que en algunos puntos todo era más iluminado que en otros. Pero eso sí, los colores que yo conocí en la realidad a la que pertenezco, no eran tan pálidos como los de aquí que a pesar de todo no estaban envueltos por las sombras. Aun en el verano, el sol del cenit parecía que era la luz invernal que tirita en los polos lactescentes. Las personas también eran más lánguidas, tenían una piel verduzca cuasi aceitunada y reflejaban en su rostro una terrible vanidad endemoniada que chispiábales dormida a través de sus ojos. Y cómo no si eran expertos en mirar a través de los espejos.

Cuando pregunté que lugar era ese y desde cuando ha existido me respondió con seriedad que, ahora yo era el que los labios leía, eran el vivo reflejo de la luna y que se trataba de simplemente criaturas especulares que habitaban una oscura transparencia, que los espejos son trozos del astro como la caspa caída de su piel albina y fría. Quise comprender y observé mejor a la silueta andante que me guiaba entre los pasadizos de su mundo.

Me dijo que tuviera mucho cuidado con pisar esos hoyos oscuros en el suelo, que eran agua pero que en esa lugar el agua no era más que el reflejo de alguien que eventualmente se mirase sobre ella. Entonces comprendí que aquellas ventanas hacia la oscuridad no eran más que el azogue en el cual yo me reflejaba y ellos nada más se asoman imitándonos con tal precisión que se dicen ser nuestros dobles inmediatos. Pero sucedía algo muy curioso, en aquellas ventanas apostadas en los muros, en esos charcos estancados en el suelo, en todas partes donde alguien se estuviera reflejando y hubiera un hueco oscuro, ellos simplemente imitaban lo que se suponía que un nosotros estaba haciendo. Pude ver que si alguien estaba en un escritorio escribiendo y se estaba reflejando, el de aquí hacía lo mismo pero sin nada en las manos. Allá en los restaurantes los comensales comían, pero era un acto mímico simplemente, un ensayo del comer, pues no tenían ni platos, ni cucharas, nada. A mí me pareció una realidad grosera, como una burla bizarra que se manisfestó ante mí con el único fin de enloquecerme. Ese universo era una mala comedia de la vida. Pude comprender que el diálogo, entonces, era inadmisible. Aquel mundo era sordo, el ruido sin lugar a dudas érase también un reflejo más que no había descubierto el eco mediante el cual pudiera reverberarse.

¿Cómo veían la realidad esos seres? Porque yo no veía nada, de pronto también perdí mi sombra, de pronto en el espejo era nadie, y nada. Dejé de escucharlo y de palparlo todo. La silueta que estaba fuera de foco fue adquiriendo forma. Era mi forma pero no esa imagen fija, su rostro era una máscara. Pude ver que sus ojos eran como una especie de nube, sus lácteas pupilas dilatadas eran dos copos de nieve que obturábanse en la noche. Pude verlo a los ojos y encontré en él el opaco silencio diletante de una abrumadora muerte blanca.

Las cosas empezaron a desaparecer lentamente y como si entraras en un bosque sahumado de rocío dísteme cuenta de que en ese lugar el futuro ya está dicho y si algo más quisieras añadir, recordarás entonces que el umbral se selló mientras la capa de niebla perdía terreno hasta absorverse girando en el vórtice de tus oscuras pupilas. Nomás mirando, detrás del impalpable velo tú te quedaste inmóvil/ el otro ya se iba.

Y la noche entró llena de galaxias en tu mirada derretiéndose pura en el reflejo de los astros. Condenado andarás en replicar sus pasos.