martes, septiembre 16, 2008

Ruth

¿Recuerdas cuando veíamos las nubes caminar

sin rumbo fijo?

Era verano el cielo, una colina verde

y en la tarde en suspenso pasearon nuestros sueños

cual selenofanías que al recorrer tus ojos

negros se anidaron encantando de tu vientre

los pliegues del abismo que dejaste al marcharte.

 

Disolviste el amor en la bruma del alma.

Descendimos la sierra

para después besar la arena

Era el mar con sus gritos quien clamaba tus huellas.

Abrazamos la noche misteriosa y fantasma.

 

Te colgaste a mi cuerpo cual sirena que a Ulises

endulzábale el fuego amarrado en su mástil

con su lengua de barro atada a sus oídos.

 

¡Querías ser sus huesos, oh, divina criatura!

¡Querías ser su sombra!

Silueta de humo oculta ceñida en piel de nieve

transparente y revuelto dolor en las sombrías

cruces del insomnio donde habita tu carne

emancipada del tiempo entregado

a las barcas sin almas que vagan en la cueva

del silencio perdido en la celosa noche amarga.

 

¿Recuerdas que te di la luna

cuando fuimos a nombrar ejércitos de nubes

a orillas de una fuente sonriente de burbujas?

Una colina el cielo era el verano verde

y en el alba en suspenso brotaron nuestras flores.

 

Era la mar un dulce, en tus mejillas fuego

disuelto en las estrellas estriadas de las noches

sin tiempo en donde tu y yo

sopesamos el cosmos

cortando collares orlados de nieve

como el blanco destino de los hombres que huyen

ante tantas conquistas de futuras sirenas

cuyas lenguas de barro y de confitería

alargaron la noche infinita del caos.

 

Silventas de humo ocultas en las huellas del sueño

caminantes del aire perfumadas de azahar

¿exactamente qué, decidme cómo olvidan?

 

Se han cortado las vetas cuyos puertos no nombran

¿por temor a qué, decid?

Nubes de polvo húmedo nublado han mi lucidez.

 

¿Recuerdas que te di la luna que te di?

Era un verano líquido en la colina verde,

un dios atroz fermento de luces y de sombras.

 

La mar era un caballo, negro como el destino:

yace muerto, y arrecia e inunda el sueño herido.

La mar era un cuchillo y de sauce sus cabellos

cortaron mi garganta profunda en agonía.

 

Crucé el insomnio oscuro, viré la noche plea:

¿Recuerdas cuando vimos las nubes caminar

bajo la sierra verde, sobre la arena entera?