miércoles, noviembre 28, 2007

Sustracción amorosa en tres Actos

"Entonces yo me dije: De todas las cosas ciertas la más cierta es la duda."

BERTOLT BRECHT

Acto I

Perdido (en menos de un acto.)

Acto II

La secuencia de la carne

A menudo he pensado salir de esta turgencia. Y besar los flamígeros labios de tu fuego y nadar en las sombras de carbón de tus ojos. He pensado fingir esta búsqueda en crescendo, navegar en las alas de nubes de tus brazos, sumergirme en los púrulos humos de tu boca de anegados resuellos.

Una grey de fantasmas onanistas fingen ruidos de catre entre tus uñas. Castañuelas boscosas remachan los recuerdos que se doblan como dedos traicionados de certezas. ¿Cómo voy a saber que te perdí en un acto?

Acto III

Restas

¿Sobre la mesa vacía, recuerdas aquel vaso de leche vacío? Eran las ocho cuando te lo dije por teléfono, eso nunca se me olvida, se quedó para siempre en la contestadora blanca: "Oye, es posible que mañana muera. Confírmame nada más si te quieres quedar con mis libros, lo más pronto posible. Descansa." De pronto en un oscuro y silencioso túnel cuando colgué la llamada, contestóme el eco que vive en el silencio de las sombras: "Túuuuuuuuuuuuuu.....-Tú.tú.tú.tú.tú.tú.tú.tú....." Aún espero tu respuesta.

sábado, noviembre 24, 2007

de Espaldas (Sueños destramados)

¿Quieren que les diga el secreto del mundo? Pues el secreto está en que sólo vemos las espaldas del mundo. Sólo lo vemos por detrás: por eso parece brutal. Eso no es un árbol, sino las espaldas de un árbol; aquello no es una nube, sino las espaldas de una nube. ¿No ven que todo está como moviéndose a otra parte y escondiendo la cara? ¡Si pudiéramos salirle al paso al mundo y verlo por enfrente...!

Syme -El hombre que fue Jueves-

Voy a comparecer ante los dioses y ante los hombres. Las nubes parecen cargadas con jugo de limón y un intenso viento frío sopla desde el sur. Traigo puesto un traje negro, anudada una corbata roja y pulcra la camisa blanca. En filo arden mis ojos cansados de mirarle nada más la sombra al mundo. Pero hoy voy a comparecer ante ellos y aceptaré el castigo o su perdón o indiferencia.

De frente marcha el Enemigo. Lo han esperado desde hace mucho tiempo. Trae consigo no más que sus palmas desnudas, avergonzadas de tanta culpa milenaria y un secreto. Pero de pronto los dioses desdeñaron sus ofrendas, arrancaron sus estatuas y mencionarlo está prohibido.

Una aljibe de agua negra y espesa es un caldo cosmogónico. A los seres que habitaban ese pecera arrojábales soles, supernovas y nebulosas que se deshacían internándose lentamente en el fondo del pozo, alejándose para siempre de la superficie, muriendo más, cada vez, de frío.

¿Será verdad que vemos sólo las espaldas de las cosas? ¿En qué momento se cruzan nuestros sueños? ¿Será que dentro de ese espacio prohibido a la conciencia existe el verdadero rostro de las cosas, la verdadera cara del mundo? Fuera de nosotros hay una cáscara siempre en muda, como serpientes nos arrastramos buscando rosar alguna que otra superficie que nos ayude a limpiar nuestras espaldas, pues es lo único que todos se preocupan por mirar y nosotros en mostrar.

He alcanzado el Nirvana de mi sombra. Estoy en el páncreas absoluto, adentro, muy adentro en las membranas del destino. Un concierto de luces aglomeran el sonido de una fibrilación laxante que expulsa una canción paradigmática y perversa. El eco en el silencio se reproduce por mitosis y se traduce en cánceres de estruendos que se descuelgan por su boca: sangra su miedo, sangran sus costras, sangró su sueño. De pronto me doy cuenta de que no he mirado nada, no he sentido nada, estoy chupándome el mítico pulgar en los adentros de mi madre. Estoy vestido: un traje negro, corbata roja y la pulcra camisa blanca. Escucho en un idioma extraño, que he crecido demasiado y que ya es justo salir del huevo, me convierto en ave, corro como un pollo detrás de un plumero, me ahorcan, me limpian, me incuban en un sueño.

Voy a comparecer, voy a predicar. He descubierto según la tesis que me llevará a la Gloria, que el rostro de Dios no es de agua, que es de alcohol, volatil, soporífero. Y que los hombres son respuestas hechas carne, y que los ángeles sus mociones, al igual que sus demonias emociones. Voy a comparecer antes de mi muerte, que también la he visto, pero la muerte en vida sólo muestra sus espaldas, nada más. La muerte, esa oculta vanidad de los Etéreos y que de a poco nos comparten.

El día D será un domingo. Voy a enfrentar, antes de mi muerte toda esa luz marchita en las entrañas desnudas de mi rostro. Naturaleza muerta que se anida en mis pupilas agusanadas por violoncinescas notas crepusculares. Gotas de amor en mis labios vacíos, el cáncer del silencio ha brotado en espuma.

La espuma blanca, la espuma negra, la sal, el negro hervor de las tinieblas. Los sueños hechos roca, mis venas vueltas vetas. Soy un coloso en la tierra, un cerro muerto de pronto. En mí nacen las nubes, en mí las hadas lloran. De noche una colmena de duendes arremeten con sus cantos y bailes contra la razón de su belleza. las violan, las celan y esclavizan sus encantos. Se asegura que han sido sorprendidos bajando desnudos hacia la aldea. la otra vez se ahogó uno en un tiro y fue tal la conmoción que hasta el presidente municipal ordenó dos ambulancias para ver si lo podían revivir con los nuevos adelantos de la ciencia. Fue inútil y en vano, cuando en sus palmas lo cojió una niña, el cuerpo se desvaneció efervecente y alcalino: Una pastilla de cloro para purificar las aguas.

Me pasé de vivo, le he sacado ventaja a todo el mundo. ¿Ahora, para esperarlo y verle -al fin- la cara, en qué lugar me siento?

Lunes y martes y miércoles tres, jueves y viernes y sábado seis... Faltó el domingo. Dicen que por las noches acuéstase temprano para vestirse de lunes a cada rato en viernes. Dicen que por las noches no duerme y que envierna entre las piernas de las horas para sentirse tan sábado. Miércoles regresa para soñar que ha sido martes en minutos y que en segundos será Jueves y se verá asombrado, alimentando a los seres de aquella pecera espesa donde los soles y las lunas se deshacen para que aquellos peces sigan nadando en esa oscuridad taimada de lumbreras. Todo se ve de espaldas, y sin embargo se mueve.

Yace colgado el traje negro, la corbata roja y la pulcra camisa blanca en el armario. Dicen que a su dueño le dio por darle la vuelta al mundo. Quienes lo han visto aseguran que de tarde en tarde habla como la noche y llora como la luz del día. Que ha estado vagando por causas de amores y esas cosas. Pero lo que no saben es que sufrió otro tipo de decepción: cuando llegó al juicio, todo estaba vacío, los dioses en sus arcas y los hombres con sus mujeres. Nadie le tomó importancia, ahí estaban sus regalos, su nombre, sus espaldas. Dicen que ha olvidado de memoria. Y tenía razón, los dioses no son de agua, son de alcohol. Mañana, cuando despierte, estará colgado en el perchero de aquel sauce, traje negro, corbata roja y una pulcra camisa blanca rasgados por el tiempo infinito.

sábado, noviembre 17, 2007

Error

Once upon a time there was a mistake

so silly so small

That no one would even have noticed it

VASKO POPPA

 

¿Quién se atrevería a decirLe: "Has hecho mal"?

 

Había una vez un error, tan bobo, tan pequeño, que en una ocasión, en un sempiterno santiamén lo inventó todo: espacio, tiempo, mundo, para poder probar su existencia. Aunque todo lo que inventó ni fue tan bobo, ni tan pequeño, mas sí fue errado a fin de cuentas. ¿Pudo haber sido de otro modo? Nadie se lo habría percatado. Ni el error a sí mismo.

Y hago de nuevo la pregunta:

¿Quién se atrevería a reclamarle: "Has hecho mal"?

La breve historia de un error pequeñito y pendejito que nadie pudo detectar ocurre a diario en nuestra vida cotidiana. Como si Pulgarcito se infiltrase en la guarida del Gigante y éste ni se inmutara de su estadía a menos que las condiciones que expone el minúsculo caso no sean ni tan estúpidas, ni tan pequeñas.

Había una vez un error... Mas lo único que no pudo crear fue la verdad, y es que a veces resulta ser tan boba, más que una nimia equivocación incluso.

Pues la verdad es esa, el error es lo único que existe y éste puede ser quizá el único traspié de la verdad, habitar en un universo donde se prueba la existencia del error para encontrarla. Pero quién se atrevería a reclamarle que Ha hecho mal... ¿Cuántas cosas perdidas no han sido rescatadas por error?

Érase una vez cierto error que de cierto no tenía nada. En cierta ocasión pobló el desierto de las ecuaciones de varios modos y modelos ingeniosos para que nadie se atreviese a cuestionarle si Lo ha hecho mal o bien. Para empezar, Él se gestó a sí mismo... quién le habría de reclamar a esa pequeña verdad generativa... Y construyó pirámides, museos y panteones para el descanso eterno de la fe errante.

Decían por ahí que algún error se cometió desde el Principio pero nada se ha comprobado de esa primer pisada izquierda hollada por algún dios vagabundo. Y nosotros los erróneos estamos en la incertidumbre. Aquí siguen su curso las mentiras. ¿Quién se atrevería a comprobarlo?

Somos la sed insípida de un triste ángel caído a falta de verdad, precipitado al abismo de los sueños donde los hilos de un violín diabólico son aserruchados por una araña ciega.

Se sabe que el límite ha sido la verdad, el error, esa transgresión a los límites de la libertad... límites de la libertad... menudo error tan grande, si la sed está perdida.

En cierta ocasión los erróneos declaráronle la guerra a los errantes. Los primeros quisieron congelar el tiempo deteniendo el curso de los vagos que amenazaban sus certezas. Los errantes no quisieron cometer un error más y decidieron abolirse y los consumió su sombra. Desde entonces, la verdad es esa y es lo único que existe.

viernes, noviembre 02, 2007

Fuego adentro (En las crónicas malditas de María La Muerte)

Profecía:

"[...] toda sombra es mi cuerpo: adentro, fuego."

ROBERTO VALLARINO

"El hombre morirá", decía el primer verso y fue ese el precio por saber comprender lo que es oscuro para los sabios. Sus entrañas se estremecerán llenas de lumbre y bajo un colérico designio vivirá en las tinieblas como un muerto pagano de muchos años cuyo recuerdo se ha perdido para siempre.

Acá, debajo del cielo, todo es correr tras el viento y de nada va a servirle admirar las vanas cuentas de sus recuerdos. Sobre la tierra todo es sombra, polvo que vuelve a la tierra. Aliento consumido son sus plegarias arrastrándose vípedas en tenebrosos círculos viciosos.

¿Qué de él será si anda solo bajo el sol? Si cae, perecerá, como todos los hombres en el mundo y como a todas las cosas en la tierra, se lo habrá el distante viento de llevar como aquél que se atrevió a mirarLe de frente. No sobrará esperar de más una limosna incendiaria cayendo con cruel suavidad sozobrando como una pluma naúfraga inflamada desde el fondo del cielo.

Allá, de luz las colinas, bajo un oloroso resplandor todo es correr tras el viento y de nada servirá sembrar toda la vida en sus sueños. Digna boca de costras, arrepiéntete y sangra.

Desnudo fuego adentro, llena de cielos las penumbras brasas de mis ojos y devora todo lo que veo, la vanidad combustible que todo a su paso lo calcina.

Hay un reino allá abajo donde todo es sombra, adentro, fuego. Si no fuésemos tan ciegos, lo veríamos tan claramente. Es un desierto helado donde habitan los árboles desnudos forjados con las venas y las entrañas de los poetas asesinos que el espíritu divino ha animado en la tierra.

Entonces, diose cuenta de su hechura, ser la síntesis sustantiva de la materia inerte. Y sabe que le pesa una gravedad de odio, plomo gentil en su sangre maldita manchada de espejos crepúsculos.

El hombre es un híbrido orgánico, un tejido urdido con los hilos de la vida y las punzadas alcahuetas de la muerte. En su lomo están tramadas tres tentaciones y en su frente, una marca que sólo un ángel podría recitar y no morir en el acto, mas sí caer en el abismo.

El hombre morirá..., citó el primer versículo y cuando sus entrañas se estremezcan luminosas como el espinoso collar constrictor de una serie navideña sobre el árbol de los muertos, espirúleo se alzará y bajo un colérico designio sembrará la tierra de cenizas e incontables ruinas a su pie lleno de etiquetas y fuegos fatuos de muerte.

Veneno para las crías que han de venir a repoblar el mundo. Afanarnos tanto para que otros lo disfruten y destruyan más lo que era antes. Simbolizar nuestro trabajo para cambiarlo por comida, humana tentación la de mirar representado el mundo; porque todo en la vida requiere de filtros uniformes, el dinero es una infecta enzima, el hombre, eterno niño, juego fatuo del mundo.

Fuego adentro,

el cuerpo sombra

y una impávida máscara

yace detrás de mi carne.