martes, diciembre 12, 2006

La hora es cada vez menos tiempo

Mientras tú te desvistes
la hora es cada vez menos tiempo:
rescoldo del día sobre la arena
de mi alfabeto.


JUAN MALPARTIDA


Se repiten nuestras voces, se sacian, inseguras. Un volcán en la lengua estalla dioses derretidos. Y tú calumnias la manzana que entregada te fue. La hueles, la miras; un abrazo tantálico la lleva hacia tu boca. Tus ojos lloran lunas desgajadas, lacas álbises de luces amanecen en tu silencio.

Colgada tempestad de arena sana el viento en ti. Y languidecen pavesas sombras de tus caricias, huellas sobre las dunas de mis labios. La piel no miente y me dice que te ame, preso de ti, de la hora, de mi lenguaje, a cambio de tiempo. A cambio de ti...

viernes, diciembre 08, 2006

La Muerte leyóme un Testamento

La Muerte traía un espejo, cúmulo impresionista del tiempo iluminado que se va. Era un libro mar azogue abierto e infinito como la arena.

Llegó de entre las sombras sobre el muro y se acercó a mí diciéndome que cerca era mi hora. Una alquimia sombría relamía la noche. Joyas espectrales supuraban halitosas luces con afilada calma.

La Muerte brilló en mi sombra rodeada por su séquito divino de sepias hologramas especulares. Un calcareo caballo apocalíptico desvanecíase sigiloso, luego inquieto relinchaba centelléandole ambas brasas, sus ojos ardidos de furiosas joyas rojas.

Se sentó en la mesa redonda y comenzó a leer mi destino, mi libro, mi historia: Tres cartas de tarot fotomontadas, tres vaticinios, tres... Vida-corta/Alma vieja. En sus ojos augurábame ser un bebé con muchos años y que había llegado la hora de saldar viejas promesas.

Supuse era mi muerte: elegante, etérea, oscura de rostro lunar. Era una muerte en calma seguida por un séquito per umbra. Mi madre y mi abuela, sentadas en la misma mesa sólo eran espectadoras de mi destino.

La detuve con mi charla. Esperó, caía el rocío, estrellas de nieve diamantina espesaban el aire helado. Las sombras dejaron de ocultarse y se sentaron en las demás mesas llenando el Café Augurio. La guadaña de plata guardó la Muerte, el candíl de arena ocultó la Muerte. Dejó de medir el tiempo, dejó de leerme el mar, etéreo e infinito. Apaciguó las olas del libro.

(Una vida joven, un alma vieja. Sin haberme dado cuenta había descendido a lo más profundo del inframundo aquella noche álgida llena de nostalgia. Lectura infinita de un simple mar instante. Arqueada voz la de la Muerte dolíame al escucharla, metálica como de fríos alambres, antigua y afilada con paciencia desde tiempos inmemoriales tajaba mi percepción. Su voz fue un Testamento, sus palabras mil prístinas Ariadnas.)

Pulcra noche espectralista, era ella una fúlgida mucama potestad que me arropó en silencio, sonriente piedra pómex.

lunes, diciembre 04, 2006

Mendooooooooza!!!!

Jandro

viernes, diciembre 01, 2006

Paladines de la Nada

Somos paladines de la Nada.
Surcando caminos como estériles semillas
cruzando el limbo espeso revistando sesiones
entre pompa y abiertas diestras manos blancas de sentidos
cae, cae la paz indignada sobre briznas ostentosas.

Y retiemble en sus centros mi patria,
en las sienes profanadas que el dedo de Dios apuntala atornillándose
cual demonio acusador.

Colorines marianos lagunizan mis ojos
entre ahogados suspiros de acero y potestad que ametrallan mi espíritu impotente
cae la encina segada amarilla sequedad.

Volverán inmortales los héroes a orinar el baldío de tu frente
regurgitando laureles y olivos
Semilleros sin destino a campo abierto,
el rayo tonante de un arcángel caído
arrancará vuestras filas derramando un torrente
de justicia y potestad, savia inclemente.

Paladines al grito de estrellas que la cincha acicate olvidó
bajo horrísonas sombras plebeyas
olvidad, olvidad una patria bajo el dedo de Dios.




(Remember, remember, The First of December...)