lunes, mayo 28, 2007

El Ensayo de Odiseo

(...)
Dame un poco de olvido
Donde posar para ti unas palabras.
TOMÁS SEGOVIA


Saberse navegar en dirección opuesta es todo un don divino.
Confieso no mis culpas... mis aciertos eclipsados...
La luna devorada por los perros de la incertidumbre,
(supina sombra cargada de promesas)
sangra la gris suntancia paraplégica de un loco que burla su destino,

Ulises catatónico

Atado al mástil, verga navegante:
Iza el declive del que sale sin designio hacia la otra región, sin gravedad, sin cielo.

Su voz no vibra ya sin antes repetirse cual ebrio cascabel de fuego correteado,
Rumorosa habitación dorsal a la deriva que cimbra en sus anhelos
Reminisencias claves adictivas a la única forma de saberse amar y ser castrado.

Las sirenas gimen rutilantes miembros promovidos,
Alzan la virgen voz (Invisible a sus oídos) que cae promiscua sobre su alma muda...

¿Mudar el alma? ¿En torno a qué designios habría de abandonar el alba?

-Dame un poco de olvido
Donde posar para ti unas palabras:
Ron-ronéame,
Ron-roméame la vida,
Atado aquí a esta lanza.

Leteo celeste,
Umbral de verbos gerundiones,
Pídeme una duda, la que sea, que estoy lleno de ellas,
Son las monedas desmedidas que guardo en mis talegas.

Saltar,

saltar quisiera

lunes, mayo 21, 2007

Crónicas Nadalógicas

La nada es un gran entramado compuesto de millares de partículas. Niego que exista nada en el Universo. Afirmo que la nada es algo y se asienta en un graneado. No la confundamos con el vacío. Qué hay recipientes vacíos que aún transparentes, se revisten de algún tono, ya sea el color del recipiente o la envoltura de éste. ¿Niego la existencia del vacío? Después de todo el vacío no es un recipiente vacío. ¿Afirmo que la nada existe? Es el fondo intrínseco en ese vacío. ¿Conjunto de puntos y de líneas, o nada? ¿Cómo explicaríamos un no-color? La teoría del grafo nulo mantiene un gris vacío de fondo, pero siendo un lugar donde no hay líneas ni puntos, sigue siendo un grafo, "un grafo en la nada." Por lo tanto, la Nada se asienta en un conjunto de ceros potencialmente infinito y potencialmente cromáticos. De tal forma, ¿cómo explicaríamos los colores de la que ésta se compone? Digo, Fuera negra o blanca o en su defecto, gris, da lo mismo, hay algo que la tizna. ¿O de qué modo podríamos explicar el color de fondo de la que se compone? En ese caso su color sería relativo. Suponiendo que Dios es dibujante, un simple animador de cartoons cuarentón que aún vive con su madre y que se le ocurra hacer un boceto de cada uno de nosotros, que se le acabó el papel blanco y no le quedó más que el rosa... un papel especial (muy cursi) que usaría para mandárselo a su enamorada dibujante también de otro universo que ha creado, como él, a su imagen y semejanza... La vida fuera color de rosa, o antes bien aquello que representamos como colores nulos podría tener otro sentido. Vean a los Simpson´s, creados al azar en insignificante papel amarillo...

La cuestión aquí radica en el porqué del ser humano de matizar a la nada y al vacío con colores monótonos. Pinten de azul a la nada y veán que relajante monotía tendrán. Cada color es nomólogico en sí mismo, dialógico al enfrentarse a otro color, o lo absorve o le absorve, es la ley de la convivencia. O bien, cada color obtendrá un nuevo matiz luego de mezclarse o rosarse con el otro. Eso es inherente, suponiendo que fuésemos colores, claro.

¿Qué es ese manto oscuro, esa gran mancha en la cual navegan nuestros cielos?

Y fuera de ese manto, ¿qué habrá? ¿Bajo qué negra sombra cobijado está nuestro universo salpicado de lácteas luces? Si fuera así, superficialmente, cómo sería esa mortaja? Y qué color tendría el exterior donde flota? Conexiones profundas tendamos al vacío, ese inconexo paranoico lleno de huecos en la mente, ese agujero negro devorador de luces y de sombras.

A pesar de todo, lo único que existe es la fuliginosa distancia llena de tramos y descansos.
Si el universo estuviese vacío, creo que todas las galaxias ya hubiesen colisionado y no estuviera yo escribiendo esto ni ustedes sincronizando el momento oportuno de lectura.
Luego de la materia, la fuerza existe, aunque más bien pienso que ésta está sobre la otra, aunque parto de la materia pues es la mayor proporción de lo que estoy compuesto y no podría abstraer la no-existencia si no fuera por la inmanencia de mi existencia misma. Presumo que estoy hecho de materia, de arena roja.

Los griegos tenían razón al alegorizar a las fuerzas matizándolas al lado de los dioses y los titanes, con ello a su manera equilibraban esa polarización del vacío.
El Universo es un lienzo cargado de colores. Un lienzo eterno de dos caras, como una moneda echada al aire que no ha dejado de girar en su caída. El universo es un enfermo de cáncer desahuciado, estrellas muertas invaden sus capullos, gradualmente se enfría, continuamente se expande, respira hondo exhalando su vacío que impedirá que todo comience de nuevo. El Universo es un viejo loco que pierde la memoria y sus recuerdos de energía, la nada corroe sus cuerdas cósmicas cortando como Alejandro el Grande sus nudos más Gordianos.

Quizás en algún momento, la humanidad llegará al grado de tener que alquilar dioses. ¿O los dioses tendrán que rebajarse a dejarse ser rentados por nosotros? El ser humano es un gran usurero de soledades catastróficas, invita a los oscuros signos para que rijan lo que él es incapaz de controlar. Mas una vez que los domina, los desecha y los cambia por otras facciones, por otras luminarias más precisas. Su triunfo ante la vida (o ante la muerte) consiste en la memoria. Ahora veo que es cierto lo que me han dicho, "entonces estás muerto, hermano." Mi cerebro es un gran queso suizo lleno de abismos específicos. Soy un ser errante, más un ente como esos ciclópeos vagabundos del espacio, comegalletas del destino. La Nada corroe estos caminos abstractos que me han costado trazarlos tantas hazañas en mi vida... ¿Y si el Universo fuera como un queso? después de todo, vivímos en la Vía Láctea, entre un inmenso cuajo de estrellas.

Quisiera ver cuajarse a las galaxias, proteicas masas rancias. ¿Podríamos teñir al Universo a nuestro gusto? Es decir, y si a ese sueño eterno, a esa sinuosa eterna noche pudiéramos pintarla de azul, como el principio de un lienzo? Si fuesemos como bacterias que actúan como con la materia a la que transforman luego de aplicar ciertos principios energéticos, químico-biológicos?
Sería más interesante. Aunque, sería el principio de nuevos altercados y guerras y esas cosas, pues ya me imagino: de pronto al partido en el poder se le va antojar pintarlo con los colores que enarbolan sus principios retorcidos... O peor aún, estaría lleno, como las tristes paredes y muros indigentes, de irreverente propaganda barata. Cada quién su ideología, "pinta tu raya, babosa."

Me duele pensar que en algún momento nos extinguiremos. O que algo vendrá desde afuera a extinguirnos, o quizás algo creado desde adentro. Si vamos a dejar de existir, lo más noble que el caos pudiera hacer por nosotros, sería conservar nuestros reliquías (somos santos por soportar la vida) y que alguien lejano, pudiera recordarnos, aunque no fuera humano. Que fuese alguien con ojos de vaca, que saque la lengua en gesto de sorpresa y espasmo, y nos perdone. Que libere al dios oculto al que tanto aspiramos y que sólo así redima nuestras culpas divinizando nuestra efímera existencia, futuro hacedor de emociones y de formas.

[Debido a su contenido esta entrada debió ser publicada en Corruptor de dioses]

domingo, mayo 13, 2007

Azul-Rosita

Dame souris trotte,
Rose dans les rayons bleus.
Dame souris trotte:
Debout, parasseux!
VERLAINE

En el azul-rosita de los testamentos matutinos refráctanse ante mí ciertas visiones que constriñen este cerebro remendado de dudas abismeras... Una inmensa galería de grises voces adquieren formas singulares, se asientan y se plasman sobre el nácar vacío de las ondas del silencio.

En el camino, a sotavento, entre las náuseas rosas de una preñada y la tabacósmica ansiedad azul de un vicioso vespertino, voy desilvanando la existencia de ese día, (es muy temprano para empezar a preocuparme por esas cosas) acelero, alcanzo a un auto, lo rebaso y doy una descafeinada vuelta a la izquierda soltando por el escape los eventos del destino.

De pronto, me arropa un bochorno solitario, (el olvido que se compone de viejas repeticiones: una vez entre mil veces) y un racimo de luz acaricia las frentes calvas de los viejos edificios que aún duermen sobre la orilla obscena de la avenida blanquecina.

Crepúsculos pasados: (sombras de luz rosal sonoras e incendiadas, luminarias y enemigas; corales tan profundos donde se ocultan las monstruosas alocuciones del hambre voraz de sus verbales fraticidas) manchan el hueco sílfido inundándolo con claridad de voz dormida...

Oleaje glauco de zargasos negros, cubistas tiznes de azul morita, revuelvan en mí la noción de que mi cuerpo abarca triste tres almohadas (y una gordita): etéreo rap-soda del viejo juego de "dónde quedó la bolita" negra. (Marcha) La bolita roja de pronto es la amarilla, me detengo comprimiendo mis entrañas, un sabor a caramelo corretea (ratón) sobre mi lengua, verde es la bolita, arranco, lo olvido, los colores semióticos "monotonizan" mi vida.

Una onomatopeya intermitente arde líquida de hueco en hueco sobre las sombras grises. Doy la vuelta, me detengo ante a la rampa, el portero me saluda y yo le muestro mi gafete. "Buenas días" (voz a duotto), <> Bajo la rampa, aplasto la estruéndosa alcantarilla roja, busco una galería adecuada para reposar mi auto, miro la hora, faltan cinco minutos, momento ideal para encender un cigarrillo en el sótano donde el oxígeno repugna su humedad pública.

Asciendo desde el Infierno, y en la boca, prendida, una incandescente ausencia. Veinticinco escalones me conectan con la superficie y cada día que firmo el demoniaco precio de mi tiempo, más claro tórnase el azul-rosa del cielo. Siete de la mañana; a veces, "profe, buenos días"... (Ratoncitos grises cruzan, corren, apurándose a llegar...) Y los colores que allanan el subsuelo de mi memoria retoñan desnudos en mi vida.

sábado, mayo 05, 2007

El Tránsfuga

Resucito de nuevo todas las madrugadas
después de haber estado muerto durante varios meses

Ahora soy el tránsfuga de Dios

y de la sangre empozoñada
ROBERTO VALLARINO



He despertado con las mismas lagañas. Como si empezara a petrificarme a partir de mi mirada, como si viese el mundo a través de una litografía, en un grabado denso, graneado en trazos grasos de grafito.

He despertado después de varios meses y no reconozco ni las luces, ni las sombras. En el umbral se oculta el mundo, que es quizás el final o el hueco en blanco de un dibujo, la historia de un fantasma que intentó comerse al vil destino y resultó tragarse sus negras, negrísimas palabras.

Desperté después de algunos meses con pálido color, ardiendo en ira, grabado de silencios y murmullos, de aullidos sordos y alaridos contenidos en el arrullo rojo retorcido de mis arterias. Un ángel vengador derramó el prisma en mis entrañas y ardiendo de color me ebulle el mundo.

Suspiro Licuaciones Extraordinarias y derrames cerebrales que atentan contra la íntima homeostasis de mis soledades. Una macrófaga membrana pestañea mi destino, Volavérunt y lo desgarra, lo arrastra dura y lo estampa frente a la inútil morba vida. Volavérunt suéname a laberinto, a bomba tránsfuga de iones y circulatorios pasadizos. No tengo que ser Gargantúa para dar nombre a Pantagruel, protagonista quimérico de mis impíos pasos alquímicos.

Después de haber estado muerto durante varios meses, resucito de nuevo y asomo mi mirada a la esperpéntica bruma de ser hijo de los siglos que añoran volver a un precio tan bajo... ¡Qué cínicos son los pobres diablos del discurso!

Un espíritu profético quedó sepulto bajo la grava incadescente de un medroso silencio y su labrada cacariza calavera. Tiránica porfía la de libar la vida entera concentrada en barricas como larvas-semillas de un cíclope monstruoso que dejó toda su vida debajo de... ¿tanto cielo? La pureza del ether tan sólo perceptible por la gracia repujada de esta base de carne.

Despierto después de algunos meses, edípico, sin ojos, catatónico, como todo un Walt Whitman oriundo de Mannahataa que fornica con todo, panegírico, sintético, panteísta-mechafílico. Yo soy todos los nombres y todos los epítetos, soy yo en cualquier forma, y... ¿Qué es eso? Es el Canto a mí mismo, porque tuve una madre perfecta, yo, el solitario, el que canta en el Oeste, hoy vengo y les anuncio una tremenda sinfonía que aplastará con cadencia todos sus sueños.

Todo cuanto es mío también fue tuyo, incluso el aire que respiro, o las estrellas con que bordo mi lengua, la bandera tutsi-pop que lame el vacío azul y le arranca abalorios fresas al abismo. Koyaanisqatsi. Soy, así lo afirmo, yo, Walt Whitman: "Naturaleza sin freno con elemental energía." Yo soy el impulso, el que urge, el que tiñe el tejido castellano de sangre. El que inculpa, el que detiene, el que te pone en una silla y te fríe las entrañas... Tiemblas, te meas, tus dedos se engarrotan como si agarrasen piedras pegajosas y picudas como huizapoles.

¿En quién confío si ahora soy el tránsfuga de Dios? Como si yo fuera el único, y tantos hay que se autonombran, como la hierba que aún no sé qué es, y que aún no sé nombrar.

He despertado, una pesada luz parpadea en el ceniciento umbral del silencio, derrumbo las estalagmíticas costras de mis lágrimas ocultas, esas que nacen de entre-sueños y jamás recordamos en vigilia. Poso mi pie izquierdo en la fría yugular del suelo y de pronto miro a ese gigante pintoresco, a ese Cerro del Muerto y vigilante que cayó detrás de la Muralla, oriundo Lázaro del pueblo de Palmillas, colosal atalaya de los mares vecinos.

Despierto, no hay nadie. Y repetí las palabras que pronunció el viejo poeta: "...en mi casa los muertos eran más que los vivos."

miércoles, mayo 02, 2007

Pan Desahuciado

Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
PABLO NERUDA



Mucho mejor si estoy pausado...

Como si detuviera el tiempo al parar a un taxi furibundo. Te encuentro. Vienes de muy lejos, como la voz recién parida que tañe el universo. Un chorro solar deshago con la sombra tibia de mi brazo. Desciendes. Alzas la mirada y no me encuentras. Finjo desterrarte al ocultar mi rostro occiso. Pides la mitad del cielo ante tus ojos...

Como si transcurriera el tiempo... Detengo tu mirada tránsfuga de líquenes reproches. Vienes de muy lejos, rutilante como la sílaba simiente de una diosa que se eterna del olvido, y preguntas por la hora que calculo pronunciar gramaticalmente endeble...

Nada era mío, nada. Vagabundo era sin sombra, sin dudarlo demasiado adjetivo. Demasiado adjetivo para encontrar al dios Verbo que colocara mi alma detrás de la tuya enredado en la cima de un adverbio sin causa, prometeico destino.

Como si destilárase el tiempo bajo grietas heridas que reliquean las sobras de tu voz mortaja bífida.

Nada...

Sólo pan desahuiciado por si olvidar respiro, un poco.



(...)