miércoles, febrero 28, 2007

Ella salió de noche

Salió aturdida, como la noche y le mostró sus senos granulares y esparcidos, infinitos pálpitos galácticos de siembra refractaria. Blancos racimos de fuego en polvo estático, de muerta luz fantasma fotografiada en el empíreo cayeron cual maná si nombre exacto sobre su velludo rostro azul de miel crepuscular.

Salió cantando como aquél farsante francotirador de nuez moscada que jala la úvula de su ciclopeo rifle para que muerte vomitare a raudales invisibles sobre las sienes de él...

Salió en silencio acompañada por un séquito de grillos que rascábanse los élitros para encubrir sus pasos de tacón alto sobre los charcos oxidados. Subió en alta media noche y disfrazada de muerte asestó el último instante de café con leche y humo sobre el hombre sentado en la mesa del parque donde leía una ronda de noche.

(Fue su última, sin duda)

La mesa olía a jarabe de regaliz mientras una estampida de fibrosos bólidos de acero y caucho suturaban la vía de enfrente.

"-No tenía sentido, me dice, y es como sí lo preguntara.
-No tenía sentido..."

Y silbando la luciérnaga que giraba taladrando el viento se encajó en su última semblanza.

Herido se mareó y durmió al instante. Pagó con su última moneda, con su sangre.

Ella salió de noche y le mostró sus senos granulares y esparcidos. Él, de tarde en tarde por fin oscureció, infinito.

martes, febrero 20, 2007

Trozo de cielo

"Llega un viento feroz a borrarnos la dicha.
Llega el viento verdugo a recordarnos esto se llama lunes...
Y quisieras llevarte ese trozo de cielo detenido."
VICENTE QUIRARTE


La entrada número 91 y ya es martes. Sí, pretendo algún tipo de conjuro, para salirme, para entrar... El polvo allana mi espacio, me expulsa combativo y empaña mi imagen detenida en este charco mágico de imágenes de plata fundidas con el cielo. Sí, guardo un pedazo de Bóveda en mi alcoba que se ensucia por tanto de no verme... No vale la pena mirar la prisa de un rostro de ceniza que se apaga. Me consumen estas verdades encendidas como las piras paganas que a lo lejos atraen a los bribones en busca de un oráculo invisible.

La entrada número 91 y ya es martes... Huyó el lunes con un poco más de nuestra dicha. Yo no sé que ocultan mis ojos, pero intuyo al menos ver un rostro niño que madura irreversible. Pero sólo es eso, que me embriaga mi visión añeja como brandy de reserva en un no sé qué nicho o en qué barraca como triste soldado olvidado del combate.

Sí, quisiera llevarme un trocito de cielo detenido, ese que contenga toda la vida que se me escapa en este instante evaporándose bajo este sol orina de la tarde. Bajo esta dicha inútil de sentir que estoy muriendo...

jueves, febrero 08, 2007

Canción de abandonado

Algo le falta al aire

Algo le falta al aire: Que te has ido, dejando lo que ocupaste, en desamparo: estela de la bruja que los niños despiertan en la calle empedrada, campamento vacío de unos gitanos pobres que en un cine conocen el silencio del mar. Y te vas sólo así, como si el viento se pudiera marchar sin despedirse. No me quejo de ti ni de mis ansias (quién le reclama al mar por los ahogados) ni pienso, cuando me dejas, que me dejas. Esta vieja canción de abandonado es cojera del alma, es el sablazo que me dan tus angélicos demonios. Ese que no soy yo sabe todo esto. Ese que no te sufre lo conoce. Pero el otro, el más próximo, el grafito que se siente sin punta si le faltas; que se muerde las uñas y el cuaderno; el que asiste a pequeños desastres al mirarte y al desastre mayor de no mirarte, desconoce razones. No hagas burla del rito de atesorar la taza que conserva la huella de tu boca como en mis labios doloridos persiste la furia de los besos y en mi mano el perfume lentamente obstinado entre tus muslos.
VICENTE QUIRARTE


Inicio con las piezas grandes para armar una vida fragmentada. Seré honesto esta vez. No me refiero a los autores que cito, (aunque aún así esté de versos endeudado) sino a mis propias palabras, estas que pienso usar a favor de abrirme el pecho. Nunca había usado una cita tan grande. Pero es más que una cita, es una evocación, una oración que redime lo que ahora me hace falta. Y me acostumbro a vivir, de esas migas de espera con las que vive el hombre, injusta balanza de las desolaciones. Pesa más ese hueco en el aire que golpeame a puños rucios de ausencia. No puedo decir nada, es una triste canción de abandonado; ya todo ha sido dicho y no me queda otro camino que apreciarlo al oírlo y recodarlo para siempre. Escrito estará con punta de ciego en este pálpito de fuego calcinado. Seré honesto esta vez, me duelen las palabras y como nunca me sangran las narices a falta. No hay otro sentimiento, es éste el que purga todo aquel terrible duelo. En una barranca suspiró la luna, menguante estertor preñado entero. Dije que sería honesto esta vez. Vuelvo a sujetarme en esta gravedad que aplasta en mí la vida. ¿Por qué renacer sabiendo todo esto? Que te has ido. Lo recuerdo entrañable cuando cierro los párpados. Miro todo eso, el pesado despertar, el deseo fugaz de querer fastidiar esa partida incierta. Pero a nadie se le niega el marcharse, ¿verdad? Lo recuerdo entrañable, el filo del frío, mi sombra acercándose para guiarte a tu destierro. Mi sombra difícil quisiera tu lugar en ese instante. Mi sombra confundida con la voz enmarañada que pronuncié desgarrado y atento. Lo recuerdo entrañable, la llamada al otro amigo, el peso de mi boca, el silencio envasado en un solo beso ausente para nunca; el equipaje improviso, tu sueño espeso encaminado, aún era de noche. Cinco de la mañana. Lo recuerdo entrañable, el camino en silencio, la noche estrellada, las calles vacías, la radio araña prendida, tibia la cabina dentro del automóvil. Duermes, miras los árboles en estado catatónico. Voltéo para en tu rostro ver quizás los últimos mensajes del amor en tu sueño, tu boca entreabierta, triste puente a mis labios clausurado. Lo recuerdo entrañable, ya era de día, treinta minutos más, quizás una hora y media, y yo precocupado, que el vuelo no perdieras, pero que no te fueras todavía. De pronto, otro amigo, la espera en la sala, menos de la hora, agujas en mis ojos no soportan doler la presión de mi pecho. Adiós a simple vista, de golpe, el vacío, una canción de abandonado no tiene melodía, ahora lo comprendo, es como el mar, regresa y regresa y sólo hace ese ruido. Un beso distante, de nadie, sellada tu boca y clausuré la mía para ahuyentar a los malos espíritus. Lo recuerdo entrañable, algo le faltó al aire, ese soplo de calma que apacigua los ojos. Quizás fue el seco y álgido ambiente lo que orillo a plañir mis llagas.
Lo recuerdo entrañable y ahora soy honesto, no hay otro sentimiento más que éste que quizás curaré a mi partida.
Lo recuerdo entrañable, y aún así, algo falta.

domingo, febrero 04, 2007

La Profecía de Orfeo atrapado en un sueño

El camino que abre la poesía es el camino que recorrió Orfeo en su reto al amor y a la muerte. Es cada grano de arena de un desierto que se puebla de pérdidas de silencios. Es la soledad asumida a cualquier precio.
ANGELINA MUÑIZ-HUBERMAN


Asumo el método de abrirme paso sin demoler el camino... Esa es la consigna en esta lucha contra abstractos.

Una nebulosa procesión de gente sin rostro acércase ante mí. Decido no mirarles, no olerlos, ni sentirles la voz poblada de silencios...

Una melodía asiática extrae de mí todo lo que me había quedado de espíritu...

La sombra de una loca ronda por las habitaciones de mi casa, como un lastre malparido de un inmundo sanatorio.

Me refugio en un jardín, la imagen perfecta de un paraíso clausurado, rodeado de muros que asfixian, no de ángeles que expulsan según el antojo de Dios... Arriba, el cielo, un rectángulo perfecto, abajo el agua sombría y putrefacta, la ventana de esa cloaca en un cuadrado de hierro... Chilla una rata que atenta salirse e infestar mi casa... En nuestros días ya no estamos para pestes bubónicas... Morimos de otras cosas.

Dios desconocido... Dime, ¿a qué huelen tus palabras? ¿A rancio tequila proferido por un grave indigente que muestra sus partes a las ejecutivas rebeldes y las colegialas disfrazadas de putonas? ¿Al sudor del rebozo de una india chiclera en un crucero? ¿A combustible quemado en la garganta de un tragafuegos adormecido por quistes de humo en su pecho?

Dios, adjetivo y neutro.

El Angelus predica tus hazañas y tus promesas vaciadas en el ojo muerto de una perra tendida en el periférico.

Dios impredicable...

El temor de todos resalta en la magnitud de mis blasfemias... Cada vez que un blasfemo predica lo que su lengua da a entenderle sobre los cielos y la eternidad, un ángel cae, como las hadas campanitas de Pedrito el huerfanito.

Demonios rondan la circunferencia de mi crisma en busca de venganza, yo soy el motivo, el desgraciado infractor y autor de su caída.

Me encuentro suspendido en el tiempo, en un lugar que ya no existe, escribiendo sobre una hora ya pasada y es por eso que puedo cumplir todos mis sueños...

Hoy tuve un sueño, final de un duelo y por eso doloroso... Quizás implique eso, un final definitivo. Pavoroso sentir los sentimientos tan vivos, como si una brasa saltara desde nuestro corazón a nuestra piel indefensa.

Soy sin duda, más traidor que los ángeles, demasiado humano, profeta desahuciado y aberrante a Dios y por eso me ama, porque le repugno.

Cumplo mi existencia como un deber de vida, profundo pagaré en que sigo debiendo y nunca cumplo. A crédito he arrendado mi vida, hipotecado mis infiernos y clausurado, píamente, santos abstractos.

-¿Santos Abstractos, Batman?
-No mames, Chico Maravilla.
Y Robin se rió porque creyó haber burlado al caballero nocturno.

Asqueado salí rompiendo las mucosas cortinas de ese sueño y llegué al más triste de mi vida, en el cual me ardía el corazón, en silencio, iba rodando por las calles repletas de gente como en un día festivo: vendimias, ferias, templos de otros siglos, y mis amigos de toda la vida, los que se han quedado en el camino, quienes se han adelantado, los que tomaron otros rumbos, ese era el ojo de alfiler de Aquino, Divina comedia sin Dante... Y en Delos, los ángeles me traicionaron. Ojo por ojo, quizás, y las blasfemias cayeron en mis ojos que de blanca hiel se inundaron...

Me río de los que no creen y sienten que después de la vida, luego de la muerte hay un más allá... ¿Qué es eso? Me burlo de mí mismo que hablo con las sombras divinas y no veo un cielo, tan sólo un rectángulo perfecto.

Vengo del día primero de junio del año dos mil siete... Hoy, nombrando las cosas que he olvidado, en este día que ya no es y que nunca lo fue en mis recuerdos. Como Adán, abro el principio del mundo, sin más piel que mi piel, sin más Dios, libre al fin conteniendo un diosmío en mis entrañas.

Dios, neutro adjetivo

Transparente me es nombrarte, el cuerno de mi voz derrumba el jericó de tu lenguaje... Los límites de nuestro mundo, el cristal donde las aves humanas en pleno vuelo se estampan y desnucan... Dios neutro, neutro adjetivo.

Dios, Soledad asumida a cualquier precio

Sí, asumí en ese sueño, la libertad de sufrir libre, lagañoso dolor en la punta de un colibrí suspendido en un cable... Sueño de Orfeo reencarnado en mí... solitario que vuelve al mundo por la vulva del sueño y consuela por un día la individualidad humana ausente de otredad, de la bella sombra amada.

Dios suplemento

Y ella, que vino de muy lejos, se alejó sin decir nada, huyó con el ángel, voz despreciada por la tonta levedad de un ser amado. La necedad de no querer voltear condenó a Orfeo y perdió su duelo contra el amor y la muerte.

Dios retirado

Te quedaste con el paraíso como el quantum brillante de un fantasma, alegoría perfecta, lejana a mí, sabor hidráulico de mi lenguaje.

Sabor hidráulico de mí sangre...

La Profecía se ha cumplido, blanca como la triste ceguera licuada en mis ojos.

Caronte no acepta esas monedas, dos ojos blancos son rosas de olvido, nada hay que mirar allí...

Orfeo de pie, inmóvil en la niebla

-Mas continuaré esperando, a la orilla del río, o del lago silencioso, esperando su mano que me guíe a través del leteo...