domingo, mayo 14, 2006

Amanece

Amanece... no sé que hacer;
me levanto, igual que ayer...
(...)



Yo soy el daimon que se alimenta de sus propios sueños órficos. Sí, un transgresor, aunque no quieras escucharlo. {¿Te lo digo en secreto? Un transgresor de todo y cada uno de los reinos. Sé el secreto mórbido que la naturaleza oculta.}

Pero me gusta más violar el reino de los ojos y liberar la luz cautiva en sus superpoblados de ecos silencios: nubes morfosintéticas empujadas por una mano invisible, la gran palma de aire:

Alquimia: vaho

Tránsito de diosas perezosas, mudos sueños contemplados desde mil almas dispersas, albos mimos transigentes que juegan a decir silencio por medio de un histrión vapor tangible.

Violo porque soy ciego y mi mirada es una lágrima de vidrio que lacera la carne de mi rostro incierto.

En el umbral mis ojos son apenas cuencos acueductos, muy abandonadas ruinas.

Y veo lo que el viento me surrura: la brisa de abril salivando en el bosque de palmeras, rezagada y harapienta luz indescifrable: La marisma es un limbo de bocas donde hierven de espuma las palabras, las quimeras...

Es el reino amniótico del que están hechos mis ojos donde se oye el vidrioso halo de los dioses; donde amanecen los sueños que danle forma al tacto.

Y veo lo que violo.

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