Se están creando universos que no son,
que pervierten mi imagen a raíz de lo que emito.
Si los dioses escucháranme les pediría una buena memoria que rencore todo lo que vivo:
Fractal dolor inmenso acuñado en la fragua de los caprichos incubados.
Mi humanidad aparece desglosada:
Tengo un tratado inmenso de mis comportamientos y emociones
que de nada tienen validez en un mundo racional generativo.
Intuyo una secuencia que lejos de mi potestad se halla.
Pero vuelvo a equivocarme desde el principio al confiarme de los dioses que no me oyen,
que no me hablan... Tanta soledad en este mundo redondo que empieza a incharse tan cuadrado... Como hace eones díjome un amigo, es una singular trascendencia de laberintos singulares, donde heme ya perdido buscando un poema que quise recitarme frente a los muros del brutal destierro.
Entré a mis laberintos como un hombre sin patria, sin duelo, armado y sin salida. Hoy me busco en tu mirada y no me encuentro. ¿Será que estoy vacío, que en batalla perdí mi alma devorada por la bestia ciega y muda?
Tantas trampas en las que he caído jugando iluso como gallinita ciega a las escondidillas... Un dos tres por mí y... vuelvo a contar y... no encontré a nadie.
Si los dioses me escucharan, pediríales sin miedo el destierro total de mi existencia... pero no me acuerdo y continúo vagabundo como un cínico.
La furia se derramará tanto en mis ojos que sería un error...
Sólo no digan que imposible ya es nombrarme, que vaciado como estrella muerta sin enigma y descifrado tornéme desechable.
Estoy cumpliendo mi existencia al cien por ciento...
Por ti
mi voz
la he sacrificado.
Y he aquí la última mirada profunda que lanza un hombre a los hombres al subir el último peldaño del cadalso:
Me puse yo la soga al cuello... He hablado.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario