-He encontrado un nuevo nombre para ti.
-¿Cúal? ¿Incluye una nueva maldición?...
-Nada que ver... ¿Bueno, quieres saber?...
-Dime...
-Eres el Principe de la Potestad del Aire...
Era un ángel, es bíblico... el demonio......
Esa frase me produjo cuarzos en mi
encantada boca... y me quedé callado.
-(...)
Me voy a buscar cuarzos y me encomiendan otras cosas. Dije que me iría a hablar de mis laberintos recorridos y encontrados y me prefieren enterrado en las minas de ese lugar para siempre; pero si vuelvo, volveré recargado, con tanta energía mineral... En verdad no siento que me esperen, en ninguna parte... ¿Será algún tipo de presagio? No me detendré a pensarlo, ni siquiera en hacer la maleta... viajaré simplemente y ese es el sentimiento del viajero, no sentir por desprenderse de las cosas.
Como Bacchus indicus conduzco mi carro tirado por mil tigres de fuerza.
Cruzaré laberínticos cerros, buscaré quimeras en las nubes y en el transcurso recordaré aquél de antaño viaje de mi infancia con una de las personas más importantes de mi vida... Regresaré a empezar lo que quedó inconcluso, a recordar el camino, a desatar los nudos. No dudo en encontrarme a los "dioses del camino" en el trayecto y revelar el acre sabor de la nada mientras juegan mis pies sobre el vacío...
-"No creas en tus huellas... No construyas más senderos... confía en tus alas y vuela, y vuela..."
Eso dicen los dioses del camino y me nombrarán: Bacchus Laberinticus.
Me voy a busca cuarzos para adornar mis laberintos, éste en especial y a mi labrys legendario.
Pero no quiero volver, quizás para no sentir que no me esperan, quizás para no seguir excarvando en la perennidad de esta virtual tumba a los engañacíclopes...
Mas volveré encuarzelado... con cuarzos en mi boca. Y te miraré con mis ojos minerales... Volveré al no-lugar, adonde no pertenezco, adonde no soy; donde nadie me espera...
Mas si vuelvo:
miraré la almohada almíbar de tus ojos y reposaré en ti mi ternura y toda mi melancolía.
La nostalgia de si vuelvo está detrás de ti.
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