"...Pero la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las
líneas de la mano, escrito en los ángulos de las calles, en
las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las
escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas
de las banderas, surcado a su vez cada segmento por
raspaduras, muescas, incisiones, pararrayos."
-Calvino, 1991-
líneas de la mano, escrito en los ángulos de las calles, en
las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las
escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas
de las banderas, surcado a su vez cada segmento por
raspaduras, muescas, incisiones, pararrayos."
-Calvino, 1991-
¿Es el laberinto un espacio negativo? ¿Si vemos a la la ciudad como un gran laberinto entonces, cada corredor, abrevadero, callejón, templo, muros, cables, cristales, parques, jardines, suburbios, pertenenecen a un espacio negativo? Hay que hacer un viaje de interpretación, un recorrido segmento a segmento sin temor a desilvanar el carrete que contiene el hilo del destino, de los recuerdos... Si la ciudad es un laberinto entonces es preciso descifrarla.
A veces, perderse en una ciudad y tratar de desentrañar su pasado es como divagar surcándonos las líneas de la mano o las huellas dactilares buscando una salida (o entrada) hacia nosotros mismos. Hablo para salir de mí y callo para perderme en mi íntimo recinto dependiénte de mis dudas intestinales. es decir, no es fácil perdernos en una cosntrucción mental de nosotros mismos a la ciudad. Somo cada uno ella perdiéndonos en una danza.
Aquí mismo hago mi danza mugiendo como toro echando fuego, soplando chispas de alegre furia y sangrando estupor iluminando la noche del abismo en donde me he internado. Es un juego de niños, una ronda del misterio como la danza de la muerte, sobre el suelo, saltando.
El laberinto es intuitivo, esta corriente eléctrica que pringa en mis entrañas y tambalea mi corazón apresurado es esa fuerza magnética que zumba desde la intuición. Tener una corazonada es laberintear, danzar hacia el centro de nuestras sensaciones y sentimientos. Cada vez que intuyo algo, me punza un laberinto apabuyándome en la mente.
Entonces, el laberinto al ser construido sobre reglas precisas para (por) un viaje caótico, es un texto intregado. Precisa un fin inconcluso, un retorno absurdo luego de hallar un tesoro invisible, un arma de dos filos...
(Continuará...)
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