lunes, julio 02, 2007

dios jubilado o la breve reseña del dios de nuestros días (fragmento)

No tener de qué asirse demoniza a los hombres:
El dios de nuestros días es un turista gringo que pregunta por los precios de baratijas replicadas. Anda en short por el mundo y calza unas sandalias; cuélgale de su pescuezo una cámara reflex con la cual fragmenta el tiempo para salvar el esqueleto de su memoria en ruinas. Cubre su dorso una camiseta en cuyo centro amarillo sonríe un emo smile. Le gusta ver el mar, nada libre a sus anchas, luego descansa y bebe una margarita; toma el sol de los hombres, se yergue y desfila sobre la arena blanca. Descubre que la panza le ha aumentado su volumen mas que ya no tiene barba para ocultar su defecto. Por eso vaga infame paseando por el globo disfrutando lo poco que queda de sus cosas. El dios se aburrió de vivir en las montañas y ahora habita hoteles de tres a cinco estrellas. Platica con las putas y suerbe la charla de los viejos pensionados que relatan sus culpas de guerra. Regálale al barman unas cuantas monedas o un billete con su ojo triangular acuñado en el centro recordándole siempre en quien debe confiar. Los jóvenes del pueblo lo admiran como a un ser extraño al cual ya se han acostumbrado a ver rondar entre los caseríos que explora creyéndose las humanas mentiras que los ancianos de aquí cuéntale por antaña venganza. Dios escucha atento mientras los viejitos ríen como máscaras eternas que danzan cachondas frente al rostro divino.

El dios se ha jubilado. Es el dios de nuestros días y por eso vaga infame paseando por el globo. Anda como el viento barriendo los caminos bordados de trébol y juncos en flor en espera de nada por venir, flamable porvenir torturado en sal y lágrimas, espinas de luz que aplasta cuando avanza hollando el suelo.

Vaga infame, aburrido, el dios por nuestro globo. Nada hay que crearse ya, el mundo está perfecto... En el principio era el caos, pero eso era en el principio.

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