domingo, octubre 21, 2007

Desprender (En las crónicas malditas de María la Muerte)

He perdido el valor de la distancia.
ROBERTO VALLARINO


Este continuo desprender-me de todo
(de mi sangre, - mis besos a la vida)
me está comiendo el alma.

Purificar el silencio para poder quizá aclarar el cielo
y despertar en un valle donde el aire cae sin armaduras
en invisibles pétalos de nubes sobre el rostro
es mi última consigna.

Voy a llevarme ese último suspiro,
estertor cuando callas
(espada chupada)
de runas, tu lengua.

He perdido el valor de la distancia
en una tenue y voraz agonía vespertina
cálida en los ojos que reclaman:
tu serpentina ausencia.

El caos es el principio de la vida
el orden es su fin.

¿Qué más tenemos?
En el ombligo una luna.

Declama el tiempo pautado
en un antiguo mar oporto
abierto
de bruces clandestinas
como el desierto de polvo ocluido en tu garganta

Saca el corcho vulgar de tu voz coladera
y habla mar de vainilla
tu sordera ambarina de brumas coloidales.

Barrocas tintas uvas,
estuarios semilleros de certeza y muerte bruna
permanecen oscuras, inmóviles
esperando la melosa luz en un cristal teñida.

Abismal coqueta inerme,
fermento turbio incendiario de mis huesos,
pestilente oquedad de esbozos gestos,
duerme conmigo,
volátil en silencio
y dame viento
mi sangre enarbolada de tiempo,
dame mar,
mar y aliento.

He perdido el valor de la distancia...
¿Será que falta poco
en mi sobria mirada
que declina en tu murmullo asesino?

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