miércoles, enero 13, 2010

El azar y la distancia

Repartí las cartas de mi destino en una mesa donde lo oculto no puede comprenderse. Cada quién interpreta su suerte de acuerdo al juego que le toca. De este lado, yo creo, a ti te ha tocado una buena partida mientras que de tu lado tú crees lo mismo de mis cartas ocultas, cuando en realidad tenemos que lanzar engaños para mantener nuestra gloriosa mentira.

Nada hay frente a ti más que mis ojos apartados mirando hacia el poniente, allá donde terminan todas las cosas y se guardan los secretos dentro de un sangrante abismo. Nada hay detrás de las cartas más que tus ojos inmensos penetrando esta máscara. Nos tenemos miedo el uno al otro de lanzar la carta blanca... y mientras aparecen otras causas que le van dando su forma a nuestros sentimientos. No dices nada pero en tu rostro nace la leyenda en la que leerás mi suerte. No digo nada pero me quito la careta y te espanta pensar que detrás de eso no hay nada, una simple expresión boyante y vieja.

Cuando desnudé mi visión esperaba que el sol deshiciera la bruma que opacaba a mis ojos, pero de eso, no obtuve nada. Y de pronto no vi nada, sólo pude aguzar en el silencio, que te marchabas con tu juego... sólo dejaste tus armas.

Me derrotaste al saber que te has rendido.

No hay comentarios.: