Dicen que traigo en mis venas sangre de navegante, sangre maldita. También vibra en mi pecho un canto lusitano que seduce a la amante voz marina que se entrega como las olas que acarician esta nave, la única que lleva aliento macho, Bustrófedon Violante, el de descubridor aliento.
En vida he navegado en tan terribles mares, opulento bramido de coletas olas donde los dioses libres hacen gracia y desgracia de la humana trova.
Me he liberado de los brazos de nereidas que ostentaban cubrir mi cuerpo enhiesto. Vencí de tajo a las sirenas gordas que alardeaban rodear mi verbo entero.
No conozco la dicha de volver el tiempo, soy la presa maldita de un naufragio en vano, en mis zurdas lusiadas llevo dentro, la sorda tempestad de un fatuo fado.
Nada he salvado en estas cuitas.
Dicen que cuando un mendigo muere ni se inmutan las estrellas, pero si un príncipe fenece desgraciadas van cayendo. Así se va llorando el cielo, la noche larga, inmensa toalla líquida de esquirlas constelada.
No pretendo virar este concierto, he dejado las velas a merced del viento, conozco el horizonte, la línea aquella muerta donde han de caer los soles algún día, destino corazón, conquistador aliento.
Bustrófedon, ¡oh mi barca de ornela fantasía! Lleva contigo esta memoria a donde descansan todos aquellos hombres muertos que recorren sin dicha este bestial mundo desnudo, de espalda al mar, de frente al universo.
Volveré como aquellos fieros marineros, con la única verdad a cuestas cual tesoro más oculto que perdido, y la lengua y la mirada, secas: mártir salado y peregrino.
1 comentario:
hola!
la causalidad que no la casualidad me trajo a tu blog y tus otros blogs... interesante, muy interesante tu propuesta y tus letras... andaré por aquí leyendote
saluditos!
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