sábado, noviembre 24, 2007

de Espaldas (Sueños destramados)

¿Quieren que les diga el secreto del mundo? Pues el secreto está en que sólo vemos las espaldas del mundo. Sólo lo vemos por detrás: por eso parece brutal. Eso no es un árbol, sino las espaldas de un árbol; aquello no es una nube, sino las espaldas de una nube. ¿No ven que todo está como moviéndose a otra parte y escondiendo la cara? ¡Si pudiéramos salirle al paso al mundo y verlo por enfrente...!

Syme -El hombre que fue Jueves-

Voy a comparecer ante los dioses y ante los hombres. Las nubes parecen cargadas con jugo de limón y un intenso viento frío sopla desde el sur. Traigo puesto un traje negro, anudada una corbata roja y pulcra la camisa blanca. En filo arden mis ojos cansados de mirarle nada más la sombra al mundo. Pero hoy voy a comparecer ante ellos y aceptaré el castigo o su perdón o indiferencia.

De frente marcha el Enemigo. Lo han esperado desde hace mucho tiempo. Trae consigo no más que sus palmas desnudas, avergonzadas de tanta culpa milenaria y un secreto. Pero de pronto los dioses desdeñaron sus ofrendas, arrancaron sus estatuas y mencionarlo está prohibido.

Una aljibe de agua negra y espesa es un caldo cosmogónico. A los seres que habitaban ese pecera arrojábales soles, supernovas y nebulosas que se deshacían internándose lentamente en el fondo del pozo, alejándose para siempre de la superficie, muriendo más, cada vez, de frío.

¿Será verdad que vemos sólo las espaldas de las cosas? ¿En qué momento se cruzan nuestros sueños? ¿Será que dentro de ese espacio prohibido a la conciencia existe el verdadero rostro de las cosas, la verdadera cara del mundo? Fuera de nosotros hay una cáscara siempre en muda, como serpientes nos arrastramos buscando rosar alguna que otra superficie que nos ayude a limpiar nuestras espaldas, pues es lo único que todos se preocupan por mirar y nosotros en mostrar.

He alcanzado el Nirvana de mi sombra. Estoy en el páncreas absoluto, adentro, muy adentro en las membranas del destino. Un concierto de luces aglomeran el sonido de una fibrilación laxante que expulsa una canción paradigmática y perversa. El eco en el silencio se reproduce por mitosis y se traduce en cánceres de estruendos que se descuelgan por su boca: sangra su miedo, sangran sus costras, sangró su sueño. De pronto me doy cuenta de que no he mirado nada, no he sentido nada, estoy chupándome el mítico pulgar en los adentros de mi madre. Estoy vestido: un traje negro, corbata roja y la pulcra camisa blanca. Escucho en un idioma extraño, que he crecido demasiado y que ya es justo salir del huevo, me convierto en ave, corro como un pollo detrás de un plumero, me ahorcan, me limpian, me incuban en un sueño.

Voy a comparecer, voy a predicar. He descubierto según la tesis que me llevará a la Gloria, que el rostro de Dios no es de agua, que es de alcohol, volatil, soporífero. Y que los hombres son respuestas hechas carne, y que los ángeles sus mociones, al igual que sus demonias emociones. Voy a comparecer antes de mi muerte, que también la he visto, pero la muerte en vida sólo muestra sus espaldas, nada más. La muerte, esa oculta vanidad de los Etéreos y que de a poco nos comparten.

El día D será un domingo. Voy a enfrentar, antes de mi muerte toda esa luz marchita en las entrañas desnudas de mi rostro. Naturaleza muerta que se anida en mis pupilas agusanadas por violoncinescas notas crepusculares. Gotas de amor en mis labios vacíos, el cáncer del silencio ha brotado en espuma.

La espuma blanca, la espuma negra, la sal, el negro hervor de las tinieblas. Los sueños hechos roca, mis venas vueltas vetas. Soy un coloso en la tierra, un cerro muerto de pronto. En mí nacen las nubes, en mí las hadas lloran. De noche una colmena de duendes arremeten con sus cantos y bailes contra la razón de su belleza. las violan, las celan y esclavizan sus encantos. Se asegura que han sido sorprendidos bajando desnudos hacia la aldea. la otra vez se ahogó uno en un tiro y fue tal la conmoción que hasta el presidente municipal ordenó dos ambulancias para ver si lo podían revivir con los nuevos adelantos de la ciencia. Fue inútil y en vano, cuando en sus palmas lo cojió una niña, el cuerpo se desvaneció efervecente y alcalino: Una pastilla de cloro para purificar las aguas.

Me pasé de vivo, le he sacado ventaja a todo el mundo. ¿Ahora, para esperarlo y verle -al fin- la cara, en qué lugar me siento?

Lunes y martes y miércoles tres, jueves y viernes y sábado seis... Faltó el domingo. Dicen que por las noches acuéstase temprano para vestirse de lunes a cada rato en viernes. Dicen que por las noches no duerme y que envierna entre las piernas de las horas para sentirse tan sábado. Miércoles regresa para soñar que ha sido martes en minutos y que en segundos será Jueves y se verá asombrado, alimentando a los seres de aquella pecera espesa donde los soles y las lunas se deshacen para que aquellos peces sigan nadando en esa oscuridad taimada de lumbreras. Todo se ve de espaldas, y sin embargo se mueve.

Yace colgado el traje negro, la corbata roja y la pulcra camisa blanca en el armario. Dicen que a su dueño le dio por darle la vuelta al mundo. Quienes lo han visto aseguran que de tarde en tarde habla como la noche y llora como la luz del día. Que ha estado vagando por causas de amores y esas cosas. Pero lo que no saben es que sufrió otro tipo de decepción: cuando llegó al juicio, todo estaba vacío, los dioses en sus arcas y los hombres con sus mujeres. Nadie le tomó importancia, ahí estaban sus regalos, su nombre, sus espaldas. Dicen que ha olvidado de memoria. Y tenía razón, los dioses no son de agua, son de alcohol. Mañana, cuando despierte, estará colgado en el perchero de aquel sauce, traje negro, corbata roja y una pulcra camisa blanca rasgados por el tiempo infinito.

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