jueves, julio 13, 2006

Lifetime

Ni tu silencio, duro cristal de roca,
ni el frío de la mano que me tiendes,
ni tus palabras secas, sin tiempo ni color,
ni mi nombre, ni siquiera mi nombre
que dictas como cifra desnuda de sentido;
XAVIER VILLAURRUTIA


"Nada, nada podrá ser más amargo..." Dice el nonato. Aún no he dicho nada mío, simplemente lo que he pensado sin poderlo de alguna forma, decir. Pero aquí están, en resguardo todos estos signos liberados hoy, en una brumosa mañana.

En el techo descansa un purgatorio muy parecido a Comala, lleno de entes, sombras descarnadas y una con la eterna sensación de vacío, la caída abismal suspendida en ese grito hueco y mudo acicalado por las llamas. De todas las sombras es la menos fría. LLegan las grises, desorientadas, se apilan en la orilla, hacen una fila rumbo a la nada sin temor a darse un frentazo en las escaleras.

Dicen que soy inmortal, que por eso no me está vedado salir y entrar cuando me da la gana, del Infierno. Pero perdí la luz para siempre a pesar de que ésta es madre de mi sombra inmadura. A menudo he sentido su lucha por desprenderse de mi cuerpo y andar por sí sola. Sabe que el día de mi muerte quizás podría ser ella, brincar, vivir, amar... menos la muerte. Las sombras proyecciones inmortales son.

Cuando ya no exista yo, allí estará bailando con la Muerte: subterránea, intrínseca, clavada ya en su aguda pelvis.

Necesito beber un trago de poesía... Y todo estará dicho cuando por fin beba mi rostro.

Llego al aula, me siento y escucho atento. Continúo con normalidad, para que no sepan, ni siquiera intuyan mi condena de caer profundamente colgado de una cuerda y así parezca más humano que una plástica figura.

¿Qué más me pides? Si soy tan solo una infraleve contaminación semántica.

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