¿Recuerdas cuando veíamos las nubes caminar
sin rumbo fijo?
Era verano el cielo, una colina verde
y en la tarde en suspenso pasearon nuestros sueños
cual selenofanías que al recorrer tus ojos
negros se anidaron encantando de tu vientre
los pliegues del abismo que dejaste al marcharte.
Disolviste el amor en la bruma del alma.
Descendimos la sierra
para después besar la arena
Era el mar con sus gritos quien clamaba tus huellas.
Abrazamos la noche misteriosa y fantasma.
Te colgaste a mi cuerpo cual sirena que a Ulises
endulzábale el fuego amarrado en su mástil
con su lengua de barro atada a sus oídos.
¡Querías ser sus huesos, oh, divina criatura!
¡Querías ser su sombra!
Silueta de humo oculta ceñida en piel de nieve
transparente y revuelto dolor en las sombrías
cruces del insomnio donde habita tu carne
emancipada del tiempo entregado
a las barcas sin almas que vagan en la cueva
del silencio perdido en la celosa noche amarga.
¿Recuerdas que te di la luna
cuando fuimos a nombrar ejércitos de nubes
a orillas de una fuente sonriente de burbujas?
Una colina el cielo era el verano verde
y en el alba en suspenso brotaron nuestras flores.
Era la mar un dulce, en tus mejillas fuego
disuelto en las estrellas estriadas de las noches
sin tiempo en donde tu y yo
sopesamos el cosmos
cortando collares orlados de nieve
como el blanco destino de los hombres que huyen
ante tantas conquistas de futuras sirenas
cuyas lenguas de barro y de confitería
alargaron la noche infinita del caos.
Silventas de humo ocultas en las huellas del sueño
caminantes del aire perfumadas de azahar
¿exactamente qué, decidme cómo olvidan?
Se han cortado las vetas cuyos puertos no nombran
¿por temor a qué, decid?
Nubes de polvo húmedo nublado han mi lucidez.
¿Recuerdas que te di la luna que te di?
Era un verano líquido en la colina verde,
un dios atroz fermento de luces y de sombras.
La mar era un caballo, negro como el destino:
yace muerto, y arrecia e inunda el sueño herido.
La mar era un cuchillo y de sauce sus cabellos
cortaron mi garganta profunda en agonía.
Crucé el insomnio oscuro, viré la noche plea:
¿Recuerdas cuando vimos las nubes caminar
bajo la sierra verde, sobre la arena entera?
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