miércoles, octubre 09, 2024

viernes, abril 13, 2018

Altura y fondo

la altura del cocotero

no mide el cosmos

en el futuro el miedo

residirá en las estrellas

(¿de quién es?)

De vuelta al Laberinto

Recordar es volver al Laberinto. Me puedo perder de nuevo en los antiguos recovecos de la memoria en las paredes infinitas hechas de palabras sin referente. Siento que ya no quepo en estos espacios donde me movía con total libertad. El minotauro encerrado en estas mazmorras nunca salió. Quizás nunca existió. Los mugidos que escuchaba fueron los lamentos de un pasado que se resistía a ser olvido. Era el aire buscando una salida, encerrado en las sombras. Los tesoros que solía encontrarme en este Dédalo ahora no brillan. Parecen exintos o simplemente olvidé cómo eran. Construí el Laberinto como refugio y calabozo de mis miedos. Cada uno de ellos es una llave que habré las puertas.

miércoles, marzo 11, 2015

Paz

sólo era un poco de aire.

lunes, febrero 27, 2012

Trayectoria infinita

Una línea sin tiempo se detiene al raz, entre mis anhelos y mis temores. Soy yo avanzando sobre la nada en busca de un no sé dónde. Cuando la vi, me di cuenta de que la había perdido. Puedo decir que para siempre. Más triste porque nunca la tuve. O quizás no estuve a tiempo para que me quitara de dudas. Como sea, fue preciso hacerme a un lado, como siempre, cobárdemente, negando todo brote de mi ser, como si matando mi presencia fuera a torturar a quien desaira mi cariño. Es una ley que yo me he marcado con hierro candente en el alma y ya no duele, solo es el recuerdo del chirrido del metal caliente cuando remienda la carne.

Me voy a andar por todo el mundo como si fuese un amante del tercer mundo, con tanta hambre de amar, famélico, con el hambre insatisfecha. El deseo es la pieza perdida que revela el hueco de nuestras carencias.

¿Puedo decir que ella se burlo de mí? No. Simplemente yo me tardé en hacérselo saber. O quizás ni había nigún otro interés en ella y mi presencia sólo la hacía sentirse cómoda.Niña mimada, creyendo que todo puede pertenecerle a ella, que tiene derecho a todo sin importarle la triste nobleza de un hombre que la quiso con toda la ilusión de amarla solo a ella. Pero se vio que también ella es una experta en hacerte añicos el corazón y sonreir sin inmutarse.

O quizás, simplemente, nuestros mundos son distintos. No se puede pelear contra eso, las escalas sociales suelen ser tan crueles, más que ellas. Imponen líneas imaginarias o muros de cristal invisible que nos hieren al querer atravesarles.

Esa línea sin faz se detuvo con mi corazón en añicos para presentármelo. Al menos no está convertido en polvo, todavía puedo componerlo. No quedará igual, eso sí, pero lo echaré a amar en poco tiempo, de nuevo. Lo dejaré creer en ti y juraré cuidarte siempre bajo el calor de mis brazos. Es lo más valioso que tengo para compartir. La soledad nos cobra caro el precio de la humildad. O más bien, la humildad nos cuesta eso, las leyes crueles funcionan a la inversa.

Pero aún creo en ti. Y voy a encontrarte. La paciencia es lo único que me queda. Cuando me veas, podrás detenerte en la serenidad que guardan mis ojos y podrás comprobar el tiempo que ha pasado para que pruebes este amor añejo. Se detendrán las horas y la línea continuará su trayectoria infinita.

miércoles, abril 13, 2011

vuelta de hoja

Ante el temor de no volver a leerlos supe que el tiempo distendido en este sitio vale las horas que sangre para escribirlas. Nunca jamás me volveré a negar el placer de ser el que se ha escrito a sí mismo. Calla un poeta, alzan sus voces otros, mas esta, más humilde, se encierra en sus palabras.

martes, septiembre 14, 2010

Las olas se extrañan

En la ignorancia a medias de un idioma,

Ya que el dominio es imposible,

Las palabras demuestran estar hechas

De la esencia del mundo y la poesía.

J.E.P.

Cuando recorres una gran distancia llegas al punto en el que viene la noche como una ola revolviendo los recuerdos. Una brisa de sal abre de par en par las fosas de mis narices y en un suspiro me trago todo lo que ya ha quedado atrás. Un murmullo quebrado, como la gota de una estela de conchas en el vasto vacío arrastrándose en la arena sopla quereres y deseangas como un vahído largo de lamentos taciturnos buscando la caracola urdida en cada lateral de mi cabeza. Nadie escucha esa extraña bruma de silencio. Sólo una isla, la punta de tierra y la oscuridad de la tierra son las siluetas de este inmenso litoral del mundo. Cuando las olas se extrañan estoy llorando años. Una sonrisa fresca se ilumina en mis ojos cuando pienso en la vida que he llevado, donde me tocó. Aunque tengo la certeza de que cada ojo ha tenido su propia vida. Tan íntimos, se han enamorado a solas de otros ojos. No se cuentan sus gustos, su destino no es decirlo, sino verlo y no hay que respirar para probarlo. Los ojos tienen la gracia de palpar los sueños. Entonces, ¿pueden los ojos soñar por diferente lado cada uno? Una doble articulación onírica bien podría ser la respuesta del porqué de esas transposiciones como cuando fundimos dos negativos para darle forma a una fotografía en ese cuarto oscuro o cámara de revelaciones.

Las olas se extrañan y arden en mi memoria, incesantes, aplastando el vacío como si quisieran salirse de ese inmenso contenido que es el mar. Como si el mismo mar quisiera liberarse de ser agua y andar en la tierra. Así como él, volvemos nosotros al pasado en nuestra memoria. Estamos contenidos en el presente y nuestra misma masa temporal nos arrastra a sí misma. Sólo podemos vislumbrar la clemencia, allá donde nacimos, ahí donde morimos.

miércoles, enero 13, 2010

El azar y la distancia

Repartí las cartas de mi destino en una mesa donde lo oculto no puede comprenderse. Cada quién interpreta su suerte de acuerdo al juego que le toca. De este lado, yo creo, a ti te ha tocado una buena partida mientras que de tu lado tú crees lo mismo de mis cartas ocultas, cuando en realidad tenemos que lanzar engaños para mantener nuestra gloriosa mentira.

Nada hay frente a ti más que mis ojos apartados mirando hacia el poniente, allá donde terminan todas las cosas y se guardan los secretos dentro de un sangrante abismo. Nada hay detrás de las cartas más que tus ojos inmensos penetrando esta máscara. Nos tenemos miedo el uno al otro de lanzar la carta blanca... y mientras aparecen otras causas que le van dando su forma a nuestros sentimientos. No dices nada pero en tu rostro nace la leyenda en la que leerás mi suerte. No digo nada pero me quito la careta y te espanta pensar que detrás de eso no hay nada, una simple expresión boyante y vieja.

Cuando desnudé mi visión esperaba que el sol deshiciera la bruma que opacaba a mis ojos, pero de eso, no obtuve nada. Y de pronto no vi nada, sólo pude aguzar en el silencio, que te marchabas con tu juego... sólo dejaste tus armas.

Me derrotaste al saber que te has rendido.